EN el desayuno informativo de ayer, nos dijo Juan Espadas que hay demasiado pesimismo en Sevilla. El alcalde se puso en modo Van Gaal para sugerir que nos iría mejor si fuéramos positivos, siempre positivos. Tiene razón el alcalde en lo del pesimismo de la gente, pero eso no sólo ocurre en Sevilla, sino en toda Andalucía. Y no es exactamente pesimismo, sino ganas de fastidiar, negatividad, mala leche… A todo le buscan un pero: “Muy buenas las cifras del paro, pero….”. Pero no se las cree nadie. Y lo mismo ha pasado cuando se celebraba que Sevilla es el destino mundial preferido de 2018 para Lonely Planet. Aparte de las críticas al pintoresco acto, hay mucho más.

LA presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, asistió ayer a la inauguración del nuevo Centro de Atención Infantil Temprana del Buen Fin. Un CAIT que también tuvo su ceremonia religiosa, a finales de septiembre, con la bendición a cargo del arzobispo, Juan José Asenjo. Es el reconocimiento de un esfuerzo en la atención social que tuvo su origen hace 35 años. La hermandad que ahora preside José Luis Foronda como hermano mayor, fue pionera de un proyecto que pareció cosa de locos, cuando empezó, pero que hoy sirve de referencia y ejemplo para las hermandades.

VIVIMOS en una sociedad con tendencia a culpar a los políticos. De lo suyo y de lo que corresponde a otros. Quedó de manifiesto en el caso del ascensor del hospital de Valme. Allí murió la joven Rocío Cortés, cuando era trasladada en una camilla, en unas circunstancias tan lamentables como confusas. Por eso, ahora también hay que tener prudencia y respetar la presunción de inocencia, cuando el atestado de la Policía apunta a “un fallo humano”. El ascensorista responsable del mantenimiento declarará como investigado. Pero ni antes la culpable era la consejera de Salud, Marina Álvarez, ni ahora lo es el ascensorista. Todavía no se ha juzgado lo ocurrido.

ESTE año se han inscrito 29 agrupaciones de la provincia de Sevilla para participar en el concurso del Carnaval de Cádiz. Un récord de agrupaciones sevillanas, lo nunca visto. Si el episodio del cine porno, con las muchachas desnudas y el palacio de San Telmo al fondo, hubiera ocurrido en la plaza de San Juan de Dios gaditana, ante el Ayuntamiento de Kichi el de Podemos, hubiera suministrado material para decenas de cuplés verdosos. Sin embargo, hay que verlo en serio. Si ha ocurrido esto, en pleno centro de la ciudad, significa que en Sevilla hay un margen de error en la vigilancia. Sin dramatizar, pero sin olvidar que no está todo tan controlado como se suponía.

EL arquitecto Ramón Montserrat pasará a la historia de la arquitectura sevillana. No sólo por haber diseñado un edificio del movimiento moderno en una ciudad donde gusta más lo antiguo, sino porque ese edificio es el de la comisaría de la Gavidia que perdimos. Se perdió la comisaría, entiéndase, pero no el edificio, que allí sigue en manifiesto trance de perdición. Debemos reconocer que es una obra consistente e incombustible, pues se ha hecho todo lo posible (y más) para que desaparezca, pero todavía no lo han conseguido. Con  abandonos menores han caído altas torres, y varias manzanas del casco antiguo.