NO pueden exigir sacrificios al pueblo soberano si los políticos y los futbolistas hacen lo que les da la gana. El partido de rivalidad entre el Sevilla y el Betis dejó algunas escenas inquietantes. No tanto por lo que pasó, sino porque se comportaron sin rubor a las primeras de cambio. Irene Lozano, la presidenta del Consejo Superior de Deportes, está resistiendo, de momento, las presiones de Javier Tebas y las aficiones para que el público vuelva a los estadios. El doctor Simón, siguiendo su costumbre, ya dijo que ni sí ni no. A falta de público, los futbolistas, en algunos detalles, no se comportaron como lo que habíamos visto en la Bundesliga. También es verdad que esa competición se disputa en Alemania.

LOS aeropuertos de Sevilla y Málaga son los únicos de Andalucía en los que están permitidos los vuelos internacionales. Gracias a las gestiones del alcalde, Juan Espadas, ya que en principio no fue incluido. Se supone que a partir del 1 de julio habrá más permisividad en las fronteras, y más aeropuertos recibiendo a personas esenciales (y turistas) de otros países, y más peligro. En el caso de que se detecte un rebrote, no se olviden de los aeropuertos. Pues no sólo el 8-M influyó en el origen de la pandemia, sino que los más eficaces colaboradores del coronavirus (sin querer, por supuesto) han sido las residencias de ancianos, los hospitales y los aeropuertos. Por ellos empezó todo, ya que el coronavirus era vecino de Wuhan (China) hasta que le dio por viajar.

NUNCA en Sevilla se siente a Dios en la ciudad con la misma intensidad que en la mañana del Corpus. Hoy se celebra misa en el interior de la Catedral y una procesión (claustral, por supuesto) con el Santísimo Sacramento. Al final, una bendición a la ciudad, desde la Puerta de la Asunción. Todavía no hemos vuelto del todo a la nueva normalidad. Al menos, no ha vuelto Jesús Sacramentado, que se ha quedado confinado bajo la belleza gótica de un templo tal que nos tomen por locos. Ahí está, ahí vive, ahí nos aguarda, pero su presencia real y verdadera no saldrá a las calles. Vemos algunos escaparates adornados en la calle Francos, que recuerdan vagamente el oropel de otros años. No es lo mismo. Tan sólo un lamento con ecos barrocos.

EN esta desescalada del coronavirus, en Sevilla se habla mucho de los bares, pero menos de los comercios. ¿Y saben por qué? Pues porque se han adaptado mejor a la nueva realidad de las mascarillas y el metro y medio de Illa. El comercio ha recuperado cierta normalidad, aunque al ralentí. También hay que decir que todos no se han adaptado igual. Y que hay unos grandes triunfadores: los centros comerciales. Empezando por el más grande, que es el Lagoh. Allí (y en otros, como Torre Sevilla, o Nervión Plaza) dan una lección de civismo que ya la quisiéramos ver en la calle Tetuán.

POR culpa del coronavirus y sus circunstancias, no se habla ni se escribe de otra cosa. Menos aún de la cultura, que ha sido olvidada en esta crisis, en una demostración palpable del nulo aprecio que por esos asuntos sienten los políticos. En este país, la salud es lo primero y el dinero también. Del amor por la cultura sólo se acuerdan unos cuantos chiflados, a los que tratan como si fueran pangolines, algo exótico. Así las cosas, en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras han elegido a su nueva junta, en la que entra como director, el ilustre dermatólogo Ismael Yebra Sotillo, y como vicedirector el ilustre notario Pablo Gutiérrez-Alviz y Conradi, bien acompañados por otros prestigiosos académicos.