DICEN que el mes loco es febrero, pero abril nos ha salido con locuras mil. Han ocurrido varios fenómenos extraños en Sevilla, sin contar la final de la Copa del Rey. Hemos tenido un tornado (o cosa parecida), y una tormenta eléctrica que atacaba a los semáforos y los volvía majaretas. Hemos tenido lluvia de barro del desierto, y chaparrones antifarolillos de Feria, y vendavales para cerrar los parques. A algunos de esos fenómenos les ponen nombres, desde que vinieron Emma y Hugo, pero tienen cuidado de no llamarlos Mariano o Susana. Todas estas rarezas, en otros tiempos, se hubieran interpretado como malos augurios del destino. ¡Ojú!

HASTA que termina la Feria larga, la gente no mira el calendario del año siguiente. Ahora se podrá intuir lo que nos espera. En mayo de 2019 habrá Feria y elecciones municipales, con lo que podemos tener una campaña de lo más animada. Si este año han venido Pedro Sánchez y Albert Rivera (además de Mariano Rajoy en las vísperas, para aquella cumbre inoportuna que organizaron los del PP con Cristina Cifuentes), el próximo año repetirán todos y algunos más. Juan Espadas, Beltrán Pérez y Javier Millán necesitarán estar arropados. Aquí hay mucho en juego. Y eso se notará desde la Cuaresma.

EL final de la Feria larga ha coincidido con la final de la Copa del Rey. El fútbol se mezcla con todo lo sevillano. La cosa empezó con el pescaíto, que forzó el adelanto a la mañana del sábado primero del partido Sevilla-Villarreal. Siguió con un Betis-Las Palmas el jueves de Feria, ya en la segunda parte de la fiesta larga. Y termina hoy, con la final de la Copa entre el Sevilla y el Barcelona. Algo más que un partido. No se habla de otra cosa, porque  no se sabe lo que pasará. Ni en el terreno de juego, ni en las gradas, ni en el palco. Desde diversos ámbitos, empezando por Bartomeu, han intentado politizar el partido. De modo que parece que el fútbol es lo de menos.

FALTAN estadísticas para saber cuántos grandes proyectos, cuántas grandes ideas, han nacido en una caseta de Feria. Mientras se critica que las fiestas sirven para el holgazaneo de los sevillanos y las sevillanas, se minusvalora la sugestiva capacidad que ofrece para las ocurrencias. No se sabe por qué (aunque te lo puedes imaginar), es un tiempo estimulante, como si la capacidad creativa fluyera más suelta, como si flotara en el ambiente algo especial. En la Feria surgen ocurrencias de todo tipo. Algunas están referidas a la propia Feria, que quedaría irreconocible, si resultara reformada según las propuestas barajadas estos días. Todos los alcaldes, también Espadas, han ido a la Feria con las orejas bien abiertas a las genialidades, igual que los portavoces, y a ser vistos, como dicen ahora.

EN apenas unas horas ha demostrado Susana Díaz que puede cumplir con la obligación del trabajo y con la devoción del feriante. Como tantos sevillanos y sevillanas. El martes fue fotografiada vestida de flamenca en la caseta de la Asociación de la Prensa, lo que en sí mismo no es noticia, pero sí que la presidenta de la Junta de Andalucía aparecía junto a Pedro Sánchez, su secretario general, que estaba con Alfonso Rodríguez Gómez de Celis y otros afines. A la mañana siguiente (o sea, ayer), fiesta local en Sevilla, fue fotografiada en la puerta de la Moncloa junto a Mariano Rajoy, esta vez sin vestir de flamenca, sino de presidenta de todos los andaluces. Incluso le dio un besito de cortesía a Rajoy,  ya que iba en plan institucional total.