LOS sevillanos en Madrid siempre han existido. Desde siglos antes de que Gregorio Serrano dijera que Sevilla es “una ciudad maravillosa donde hay Internet”. Bueno, también pudo decir que sería oportuno trasladar la sede social de la Dirección General de Tráfico a Sevilla. O el Ministerio del Interior completo a la antigua Comisaría de la Gavidia y sus edificios aledaños, ¡ay, pillín!, con lo que le hubiera gustado eso a Zoido en sus tiempos de alcalde. Pero los sevillanos en Madrid existen tradicionalmente, como le pasó a Diego Velázquez, aquel pintor sevillano que se fue a Madrid, mientras que Murillo se quedaba, y ahora tiene el premio del año dedicado.

POR culpa de los políticos demagogos, la gente se ha acostumbrado a la demagogia de que los políticos tienen la culpa de todo. En 2009, Rajoy le echó las culpas a Magdalena Álvarez (ministra de Fomento entonces), tras el caos originado por una gran nevada en Madrid, que obligó a cerrar el aeropuerto de Barajas. El pasado fin de semana, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera han echado las culpas al PP, pero sobre todo a Gregorio Serrano, como director general de Tráfico, por la nevada que dejó inmovilizados a cientos de vehículos en la AP-6, en la provincia de Ávila. Así que Gregorio se ha comido este marrón de la nieve sin ser esquiador.

LO han presentado como un inteligente descubrimiento, pero la tabarnización de los territorios ya existía: es como Corea del Norte y Corea del Sur. Consiste en mandar a los que piensan de un modo por aquí y a los que piensan de otro por allí. Es justamente lo contrario de la democracia, que consiste en la convivencia de quienes piensan diferente, en gobernar con mayorías sin pisotear a las minorías, en poder cambiar el gobierno cada cuatro años, en el respeto y el diálogo como método para afrontar los problemas. Tabarnia es un mal invento, porque consiste en lo mismo que se critica: separar, excluir, poner barreras… Y se puede hacer en todas partes, así en Cataluña, como en Sevilla.

CUANDO pasa la Cabalgata de los Reyes Magos (aunque sea a todo pasar, por el temor a la lluvia) siempre nos fijamos en los niños y en los caramelos. Era la receta legendaria que destacaba José Jesús García Díaz, cuando presidió el Ateneo: “la Cabalgata son los niños y los caramelos”. Esto se nos quedó en un modo lapidario absoluto. En los años de carrozas chungas, algunos decían que daba lo mismo, pues si la Cabalgata eran los niños y los caramelos tampoco importaba si las carrozas parecían más o menos pueblerinas. Con los años, se cuidan todos los detalles, como se ha visto en los tiempos del Centenario. Sin embargo, hay algo que también está en la esencia de la Cabalgata, pero pasa desapercibido: la soledad del rey mago.

EN Sevilla cada barrio es como otro mundo y como otra Sevilla, según las circunstancias. Ese es uno de los motivos por los que existen fuertes contrastes. Hoy, cuando llegan las cabalgatas de los Reyes Magos, lo volvemos a encontrar. Se puede afirmar que la Cabalgata del Ateneo (madre y maestra de los Reyes Magos) es la Gran Cabalgata de Toda Sevilla, Gran Parte de la Provincia y Hasta Otros Lugares de Andalucía y la Humanidad. Sin embargo, en casi todos los barrios hay un Jacinto Ilusión al que eso le parece poco.