APROVECHÓ el Cádiz la oportunidad de jugar con un futbolista más durante 70 minutos. Aunque a punto estuvieron de estropearlo. En la segunda parte el Elche, pese a la inferioridad, buscó el gol con una entrega intachable. Al Cádiz le faltó aplomo y se le vio desbordado en ciertos momentos, aunque ganó por su acierto en los contragolpes. Con este resultado suma 33 puntos. Se mantiene en el grupo de arriba, algo alejado del Levante,  peleando junto a Getafe y Girona. Puede que sea un espejismo, pero ahí están.

 Álvaro Cervera optó por no hacer probaturas en la alineación. En esta Liga 1/2/3 se ven muchos partidos equilibrados con pocos goles. También algunos partidos locos, en los que el balón va con peligro de una portería a otra. Por sus características, el Elche es propicio a esos partidos locos. Ayer se entregaron y buscaron la victoria, pero pagaron sus errores.

Desde el primer ataque del Cádiz, protagonizado por Alvarito, se vio que la defensa ilicitana flojeaba por todas partes. Ahí, en el minuto 2, ya se jugó Rober Correa la expulsión, que le llegaría en el minuto 23, tras otra falta dura a Ortuño. El árbitro Prieto Iglesias se la había perdonado en un golpe sin balón a Alvarito, que se le iba como quería. Cuando llegó la expulsión ya perdía el Cádiz, desde el minuto 15, tras un remate al bulto de Pelayo en el que no estuvo rápida la defensa y falló el portero Alberto Cifuentes.

Gol bobo, que ponía las cosas más difíciles para el Cádiz. Sin embargo, supieron aprovechar las dudas ilicitanas, al quedarse en inferioridad. Atacaron y marcaron en un saque de esquina. Fue un gran gol de Ortuño, en una jugada a balón parado bien ejecutada por Álvaro y culminada con un certero cabezazo. Gol inusual, que devolvía el equilibrio.

La tarjeta amarilla que vio Garrido poco antes del descanso motivó que Álvaro Cervera evitara las malas tentaciones arbitrales de igualar por la vía rápida. El cambio de Garrido por Eddy Silvestre (que no estuvo tan mal, ni demasiado bien) daba paso a una segunda parte en la que el Elche luchó por el todo o la nada con uno menos. Y durante muchos minutos temimos lo peor. Se veía un Cádiz roto, con Ortuño y Nico cansados, Alvarito impreciso y Rubén Cruz sin restos de pólvora.

Menos mal que el entrenador se dio cuenta de que era un partido para Güiza. Ya se ha escrito que hay que darle sus minutos, porque el jerezano es un pícaro del área, que sabe a lo que juega, aunque le fallen las fuerzas. En esa media hora puso por delante al Cádiz, rematando con precisión las dos ocasiones claras de que dispuso en los últimos minutos, cuando el Elche se había descubierto a la desesperada. Justo antes del tercer gol, Armando había empatado, al rematar de cabeza incomprensiblemente solo en el área cadista, aprovechando que Aridane había salido a despejar un balón. Atrás, si se ausenta Aridane, tiemblan los cimientos. Menos mal que Güiza tenía ayer la caña de pescar goles en perfecto estado de uso.

El Cádiz sigue arriba. Ayer se le vieron sus virtudes, y también sus defectos. No todo es maravilloso. Con algunos refuerzos este equipo podría seguir creciendo.

José Joaquín León