EN la polémica sobre la llamada mafia del taxi en el aeropuerto de Sevilla podríamos recurrir a la filosofía. Lo sé, la filosofía está olvidada, hasta el punto de que un filósofo llamado Salvador Illa fue colocado como ministro de Sanidad y actualmente es presidente de la Generalitat de Cataluña. Pero la filosofía podría explicar lo que sucede en el aeropuerto, más allá del conflicto entre taxistas, ya que la mafia susodicha tiene su origen en las circunstancias. Y ello nos llevaría directamente a Ortega y Gasset, un filósofo al que se suele citar en los calendarios y agendas por su legendaria frase:”Yo soy yo y mi circunstancia”.
TODOS los años, cuando llegan los fríos de enero, aparecen los coloquiales comentarios sobre la nostalgia de la nieve en Sevilla. La última nevada propiamente dicha ocurrió el 2 de febrero de 1954. Hay que tener más de 70 años cumplidos y muy buena memoria para recordar aquello. Por consiguiente, se habla de oídas a los padres y abuelos, o de haber visto las fotos de Serrano. En Sevilla existe una mitología del frío. Se atribuyen frases a algunos famosos, diciendo que en ningún lugar del mundo han pasado tanto frío como en Sevilla. Es una exageración. Eso lo dicen algunos que no ha ido nunca a Groenlandia. Ni siquiera a Nueva York en enero. O a Sierra Nevada, que está más cerca. En Borreguiles a siete grados bajo cero hace más frío que en Sevilla.
LA despedida de Juan Espadas como secretario general del PSOE de Andalucía ha sido triste. También es injusta. No por los resultados, pues hasta él mismo ha reconocido que el partido va cuesta abajo y no remonta. Pero la pregunta sería: ¿y dónde va bien el PSOE que no sea en Cataluña con Salvador Illa, o en Castilla La Mancha con Emiliano García Page? Con lo cual se podría deducir que los secretarios regionales son unos ineptos. O que el culpable está más arriba, probablemente. Pero el gran jefe Pedro no renuncia a nada, sino que sigue sacrificando a sus peones en una partida cuyo final se puede intuir.
ESTE año 2025 le hemos visto la espalda a Baltasar un día antes de lo previsto en la Cabalgata de Sevilla. La gente me lo decía en la tarde del 4 de enero: “Ya le hemos visto la espalda a Baltasar, ya está aquí la Cuaresma, ya estará usted nervioso”. ¿Ya está aquí la Cuaresma? Sosiego, don Diego, no corra usted tanto. En la tarde del 6 de enero, mientras en la basílica daba comienzo la función principal del Gran Poder, mientras los niños jugaban con los regalos (que ahora incluyen robots de inteligencia artificial y drones) faltaban justo tres meses para el Domingo de Pasión. Y tres meses y una semana para el Domingo de Ramos. Hoy faltan ocho semanas (56 días) para que sea Miércoles de Ceniza. Así que tranquilidad, vamos a empezar por lo siguiente: la novena de Pasión comenzará el viernes en la iglesia colegial del Salvador.
SUELE arrancar el año nuevo cargado de buenos propósitos. Unos son físicos, como ir al gimnasio para adelgazar o controlar más las dietas. Y otros químicos, que tienen más que ver con nuestras reacciones y comportamientos personales. Sin embargo, en Sevilla se suele decir que la rutina del año nuevo no empieza realmente hasta que pasa el día 6 de enero, y se va el último camello de los Reyes Magos, y se apaga la última vela en el altar de quinario de Jesús del Gran Poder y el Señor de Pasión sube al altar mayor del Salvador para que comience su novena. Es decir, que hay seis días en los que el nuevo año está en el calendario, pero aún permanece como en un paréntesis, que forma parte de los ritos.