DESPUÉS del cartel, el himno. Yo también voy a escribir mi articulito. La semana pasada se le decía zorra a una señora en la calle Sierpes y te podían condenar por insultos machistas. Sin embargo, desde que el sábado ganó el festival de Benidorm una canción titulada Zorra, ha pasado a ser un elogio feminista. Todo depende del color del cristal con que se mira. Lo ideal es verlo morado o rojo. ¿Rojo, dice usted? Si en vez de cantar un himno, María Bas hubiera pintado un cartel con fondo rojo, a estas horas la estarían poniendo de chupa de dómine. Pero el zorrerío ha sido bien acogido. Más aún después de los entusiastas elogios del presidente Sánchez, el nuevo fan de Nebulossa. No sabemos si el presidente formó parte del voto demoscópico.

TODO el mundo en general tiene derecho a opinar sobre el cartel de la Semana Santa de Sevilla. Aunque no todas las opiniones son iguales. Eso de que “todas las opiniones no son iguales” lo explicó muy bien el filósofo Aurelio Arteta. Pero no se trata de criticar a nadie, al contrario. Incluso Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya en el Congreso de los Diputados, entre debate y debate de la ley de Amnistía, ha opinado sobre el cartel. En la red X (antes Twitter) escribió: “El cartel de la Semana Santa de Sevilla MAL, pero un señor vestido de torero y de betún hasta arriba para reyes (sic) BIEN”.

ADMIRABLE es la polémica que han montado con el cartel de la Semana Santa pintado por Salustiano (que firma así, a secas), y que ya es mundialmente conocido. Yo no sabía que un cartel de la Semana Santa de Sevilla es tan importante. Salustiano pintó obras para el Dalai Lama o Sharon Stone, pero nadie lo conocía cuando paseaba por la calle Sierpes. Sin embargo, ha pintado un cartel para la Semana Santa y apareció en todos los telediarios nacionales. Mejor publicidad no puede tener, porque la carcundia ha salido a bloque. Ya lo dijo otro pintor, Salvador Dalí, “que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí”. Dalí pintó a su Gala como Madonna de Port Lligat y le regaló una copia a Pío XII en mano. Pero parece que la obra no es de Salustiano, que la pintó, sino del Consejo de Hermandades, que lo nombró.

HAY que ver la que están montando con el stand de Sevilla en Fitur. Con el stand de Sevilla sin sus pueblos, quiero decir, ya que se ha independizado de la provincia porque no se fían de la Diputación. Una vez más, la confrontación hostil. En Sevilla sin sus Pueblos gobierna el PP con José Luis Sanz. En Sevilla son sus Pueblos gobierna el PSOE con Javier Fernández. Este año la Gran Ciudad ha montado el stand de Fitur por su cuenta, pero parece que no está a la altura de su grandeza. Han criticado que el stand en cuestión mide 110 metros cuadrados y está en un pasillo, como si fuera un diplomático de carrera en el Ministerio de Asuntos Exteriores a la espera de un destino. Sevilla no ha ido a Fitur como una Gran Ciudad, sino que la han puesto junto a Alcalá de Henares y Ciudad Rodrigo.

LA política ya no es lo que era. Antes se basaba en las ideologías y ahora sólo en el poder. De modo que avanza, y sigue avanzando, y continúa avanzando por el camino del espectáculo, más cómico que trágico, con personajes y situaciones de esperpento o vodevil. El teatro está vivo. Ahora los principales actores son llamados políticos. Todo es posible. Y, de vez en cuando, nos llegan noticias que evocan el realismo mágico. Va todo lo anterior por el supuesto pacto que se anunció entre el PP y Podemos en Sevilla para los presupuestos municipales de 2024. Parecía una inocentada. Aunque no se hizo público el 28 de diciembre.