FUE un bonito homenaje a Manolo Santander. Ya he recordado que ‘Me han dicho que el amarillo’, el verdadero himno del Cádiz, tiene sus orígenes en años de ruina. Tan diferente de la actual trayectoria del equipo, que es líder, con 15 puntos en cinco partidos. Puede que sea un espejismo, aunque no del todo. El Cádiz ayer marcó dos goles en las dos ocasiones que tuvo. Pero el Girona no creó ninguna, excepto la de un gol anulado a Stuani por claro fuera de juego. La victoria se fraguó aplicando a rajatabla el mejor manual del cerverismo. Sin vistosidad, aunque con mucha casta y una entrega al límite. Enfrente estaba la mejor plantilla de la Liga Smartbank.

La alineación del Cádiz se ajustó a lo previsible. La única duda era el delantero centro, en cuya posición jugó Nano Mesa. Con voluntad y escasito de acierto. Salió el Cádiz dispuesto a fajarse. Muy motivado por el homenaje a Manolo Santander y por el empuje de una afición que empieza a creer en el equipo, sin distraerse con las polémicas forzadas.

El Girona cuenta con mejor plantilla que dos o tres de Primera. Con Stuani, un delantero que la temporada pasada marcó 19 goles en la máxima categoría, y que llegó a sonar para el Barcelona. Venía de marcar cuatro goles en los dos últimos partidos; y ayer consiguió uno, en la única ocasión que tuvo, anulado por fuera de juego. Acabó desquiciado y expulsado a poco del final, cuando le dio un manotazo en la cara a Iza Carcelén, que era de roja directa.

Por la banda izquierda del Girona corría Jairo, y por la derecha del Cádiz Salvi, que fueron los dos jugadores más rápidos del partido. El 0-0 se rompió en un chupinazo de Perea que iba a puerta, cuando fue desviado por el central Alcalá al fondo de su portería. Sin crear apenas peligro, jugando a la italiana  como el antiguo Inter, el Cádiz se ponía por delante.

Lo consiguió gracias a Perea, un futbolista al que ha rescatado Cervera. El gol le dio moral al Cádiz, que maniató al Girona. Granell, Samu Saiz y Diamanka (tres referencias para esta categoría) no conseguían franquear la muralla que levantaba Garrido con el apoyo de José Mari. Y de todos.

Tras el descanso entró Caye Quintana, en sustitución de Nano Mesa. Un cambio muy acertado. No creó peligro arriba, pero Caye se hartó de correr y de incordiar la salida del balón desde atrás. El Cádiz aguantaba, siempre con mucha firmeza. La muralla era infranqueable. Hasta el área de Alberto Cifuentes apenas llegaba peligro. Hay que destacar el enorme trabajo de los centrales Juan Cala y Marcos Mauro. También que los laterales Iza y Espino, aunque suben de vez en cuando, han cerrado las bandas.

El Cádiz consiguió que pasaran los minutos sin que ocurriera nada. Con Iván Alejo y Bodiger para refrescar cuando se notaba  el desgaste. El árbitro Ocón Arraiz pitaba casi todas las jugadas dudosas en contra, pero acertó en la mayor, que fue el manotazo de Stuani. Pareció el fin del partido.

Pero quedaba el gran colofón, al que pusieron rúbrica Salvi con su galopada y Álex con su remate. Dos futbolistas que han recuperado su mejor nivel, y que son básicos para este Cádiz tan eficiente.

José Joaquín León