TRAS el éxtasis del partido de Girona, una decepción. Ante el Tenerife, el Cádiz fue inferior. Un partido para aterrizar, para valorar que no bastan las armas que han servido para conseguir la permanencia, si quieren pelear por el ascenso. Y es que ya no se debe pelear por otra cosa. Sin responsabilidad, sin presión, pero tampoco sin enturbiar una buena temporada. Más que la derrota, justa y merecida, dolió que el Cádiz casi siempre se quedó a merced del Tenerife. Los amarillos no pudieron ofrecer su mejor versión por las ausencias, por las lesiones y por algunas decisiones discutibles de Álvaro Cervera, que es un buen entrenador, pero es entrenador.

Por ejemplo, se ha empeñado en mantener como titular a Rubén Cruz, que en el Albacete marcaba goles, pero aquí no los consigue, a pesar de que le brinda las oportunidades que escamotea a otros. Ayer, con la ausencia de Abdullah, todavía se noto más, porque no construyó nada, perdió el balón una vez tras otra, y estorbó en varias jugadas. Sin Abdullah no hay un medio centro creativo. Y si, además, se lesiona Garrido, y se pone a Carpio como recurso de urgencia, la línea de creación del Cádiz no va a funcionar.

El Tenerife tenía muy bien estudiado al Cádiz. Ortuño no se zafó apenas del marcaje de Germán. Siempre me ha quedado la duda de si era mejor Servando o Germán, y sigo sin tenerlo claro. Casi siempre parece mejor el que no juega aquí. Y, por si fuera poco, los laterales tinerfeños ataron bien y en corto a Alvarito y Nico, que apenas se escaparon. Si a eso se añaden los centros sin sentido que hicieron Iván Malón y Brian, se entenderá que apenas crearon una jugada realmente clara de gol en todo el partido.

Los cambios de la segunda parte, con las incorporaciones de Aketxe y Salvi, no fueron decisivos. El mediapunta vasco no se pudo lucir esta vez y desperdició los únicos dos saques de esquina del Cádiz lanzándolos en corto. Salvi puso más peligro por su banda, pero sin culminar.

El gol del Tenerife llegó en el minuto 87, cuando ya se asumía el 0-0 como un mal menor. Alberto Cifuentes había evitado dos goles, uno en cada parte; y el segundo fue un cabezazo de Germán que se cantaba. Pero el equipo tinerfeño consiguió lo que había buscado toda la tarde: dejar en evidencia a Sankaré, tras subir Brian y perder el balón. Así llegó el remate con todas las ventajas, a romper, de Amath, que ciertamente rompió el partido y las ilusiones.

Una vez conseguida la permanencia, con algunos jugadores bastante agotados y trotados, se podría ver si otros más descansados están en disposición de aportar. Sobre todo, no retirar de la circulación a Güiza después de marcar y decidir en Elche; o que desaparezca Imaz, que ha marcado en los pocos ratitos que le dio; o que Santamaría ya no juegue nunca; o que Aitor no tenga más minutos a pesar de sus aitorazos. Si esto se compara con las aportaciones de otros, se llega a la conclusión de que los ataques de entrenador son innecesarios, en un técnico como Álvaro Cervera, que ya ha cumplido los objetivos de la temporada.

Siempre no se puede ganar, pero hay que intentarlo.

José Joaquín León