ESTAMOS en un escenario de prolongación de los confinamientos hasta final de mes, que después seguirá, según ha anunciado ya el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La UEFA y la FIFA ya han advertido que existe un tope para terminar esta temporada: el 3 de agosto. A partir de ahí sería imposible, porque condicionaría todo el calendario internacional de las competiciones. Vemos lo que está ocurriendo en otros ámbitos: las universidades andaluzas (y de la mayor parte de España) no van a reanudar las clases presenciales hasta el próximo curso. Los colegios e institutos no alargarán las clases hasta el verano.

El fútbol está considerado por los gobiernos europeos como uno de los principales factores de propagación del coronavirus. El partido entre el Atalanta de Bérgamo y el Valencia, disputado en Milán, ha sido uno de los focos de expansión en el norte de Italia y en España. En nuestro país, el principal foco de propagación estaba en Madrid, donde se disputó un Real Madrid-Barcelona el domingo 1 de marzo.Entonces ya había casos en Madrid. El domingo 8 de marzo no sólo permitieron manifestaciones feministas, sino también una jornada de Liga en Primera y Segunda, con estadios llenos. En ese fin de semana se disputaron los partidos Atlético de Madrid-Sevilla, Barcelona-Real Sociedad y Betis-Real Madrid, entre otros. Y, para colmo, el Liverpool-Atlético de Madrid, de la Champions League, el miércoles 11 de marzo, la víspera de que anunciaran el confinamiento en España. Se desplazaron a Liverpool tres mil madrileños, cuando en Madrid ya se empezaban a llenar los hospitales.

Con tales antecedentes, el fútbol está vigilado. Puede ser uno de los principales peligros para que el coronavirus rebrote, con una segunda oleada, destrozando todo el sacrificio que se está haciendo en España y otros países europeos. No será fácil que permitan reanudar las competiciones. A puerta abierta es casi imposible.

A puerta cerrada hay otros problemas. En las últimas semanas estamos conociendo casos de futbolistas que han sufrido la enfermedad, aunque en general con síntomas leves, y de familiares que han fallecido. Una idea sugerida es concentrarlos, y trasladarlos a jugar los partidos, como si fueran una manada de animales o un grupo de esclavos. Es muy fuerte. Ni qué decir tiene que no lo van a aceptar. Sin insistir en la presunta ilegalidad de ampliar muchos contratos más allá de la fecha estipulada, que es el 30 de junio.

Así las cosas, los clubes se están preparando para el escenario más probable: que la competición se considere finalizada. La LFP baraja una fórmula más o menos aceptable por todos, que ya ha sido expuesta en este Diario. Pasaría por eliminar los descensos y tener una Primera con 22 equipos, a la que ascenderían el Cádiz y el Zaragoza. En Segunda habría 24 clubes, si ascendieran los cuatro campeones de la Segunda B.

Con Irigoyen, el Cádiz tendría un pie y medio en Primera. Vizcaíno lo lleva con discreción. Pero la hoja de ruta del Cádiz lo encamina al ascenso sin bajarse del autobús. Esperemos que no lo frustren. Aunque sea el ascenso más triste y deslucido de su historia.

José Joaquín León