LA base naval de Rota se ha impuesto al cuartel general de Roma para acoger Atalanta, la más importante operación militar de la UE. Todavía no es oficial, la decisión se hará pública en julio, pero la nueva ministra de Defensa, Margarita Robles, ya lo anunció el lunes con mucho entusiasmo. Eso demuestra que Pedro Sánchez, a pesar de que está ahí gracias a Podemos, en lo militar va con el bando bueno, que es el de la OTAN de entrada. A pesar de todas las marchas contra la base de Rota que han organizado los de IU (y supongo que también los podemitas contrarios a las corbetas), esta base cumple una función importante. No sólo para las operaciones militares de los yanquis. También para operaciones solidarias como Atalanta, entre cuyos objetivos está luchar contra los piratas del Océano Índico para que lleguen los alimentos enviados a Somalia.

El mundo es un lugar revuelto y confuso, que no se explica con tres simplezas aprendidas en los manuales marxistas del siglo XIX. Para una cierta izquierda, situada ultramar de Pedro Sánchez, parece que todavía estamos en los tiempos de la guerra fría, cuando el telón de acero, el oro de Moscú, la conspiración judeo masónica, la revolución al poder, la caza de brujas, los yanquis imperialistas, Fidel Castro y todo aquello. El mundo ha evolucionado hasta desembocar en personajes como Putin en Rusia y Trump en EEUU. Tanto antes, como ahora, se ha visto que si no hay una Tercera Guerra Mundial es de milagro, pero han aparecido nuevos problemas. Sin una política de defensa disuasoria y efectiva, las libertades serían imposibles en Europa y en España.

Para garantizar la democracia hacen falta instalaciones militares, en la medida justa y necesaria, sin pasarse ni quedarse cortos. La Operación Atalanta se coordinaba desde Northwood (Reino Unido), pero la van a perder por el Brexit. Ahí es donde Rota la ha ganado a Roma, que también la había solicitado. España ya participa con 375 militares en esta operación, destinada a combatir la piratería en el Índico, con fines humanitarios, para lo que se utilizan barcos y aviones (armas, según Pablo Iglesias), ya que a los piratas auténticos no se les convence ofreciéndoles caramelitos, si acaso pagando chantajes de rescate.

Las marchas contra la base de Rota se podrían sustituir por una media maratón popular, o por una carrera en bicicleta, ahora que están en auge con los carriles. Las marchas de un solo sentido han pasado de moda; y más carcas son si van en sentido contrario a la realidad del siglo XXI.

José Joaquín León