LA gestión de la Zona Franca de Cádiz fue polémica a principios del siglo XXI. Surgieron casos que llegaron a los juzgados, con condenas y con un desprestigio evidente. Después se intentó remontar el vuelo. Incluso cuando coincidieron una alcaldesa del PP y un delegado del PSOE, a pesar de algunas divergencias, pareció que recuperaban un tono institucional. La corrupción y los abusos en la Zona Franca se entendían como cosa del pasado. Por ello, hay que recordar a la nueva delegada, Victoria Rodríguez Machuca, algo que es elemental, de parvulitos de zonas francas: ahí están para hacer negocios, no para hacer política. Ahí están para obtener resultados, no para entretener a la gente.

Por supuesto que la transparencia es importante. Por supuesto que los presuntos abusos o irregularidades, si los hubiere, deben ser denunciados. Pero una empresa o un consorcio dedicado a los negocios también vive de su reputación. Eso lo sabe cualquier pequeño empresario. La mala reputación puede estropear muchos proyectos. Y las van a pasar canutas si se vuelve a dar la imagen de que la Zona Franca de Cádiz es como la cueva de Alí Babá. Porque entonces esas empresas, que supuestamente deberían invertir en sus terrenos, se irán con la música a otra parte. En el comercio exterior y en las inversiones empresariales existen reglas y costumbres propias.

No se trata de cerrar cajones, sino de evitar pasarse de listos. Y sobre todo tener claras cuáles deben ser las prioridades de los gestores. Las Zonas Francas ofrecen ventajas fiscales, con las cuales deben atraer empresas que inviertan en sus áreas de influencia. Compiten entre ellas. La más cercana está en Sevilla, donde intenta captar lo que puede, y donde el PSOE ha nombrado un delegado con más experiencia, Alfredo Sánchez Monteseirín, que fue alcalde de su ciudad durante 12 años. A las zonas francas les pasa como a los puertos: se dedican a hacerse la puñeta, en vez de buscar sinergias empresariales para Andalucía.

En el contexto de la Zona Franca de Cádiz, hay que trabajar mucho. No están los tiempos para lanzar brindis al sol, sino para que la delegada (a la que se ha acusado de inexperiencia política y económica, y de la que se ha subrayado como mérito su afinidad al grupo de Fran González) demuestre su capacidad y sus virtudes, que probablemente tendrá. Para ello es importante no dar la sensación de que la Zona Franca de Cádiz se utiliza tan sólo para enchufar a los amigos. Es decir, no dar la sensación de que es absolutamente prescindible.

José Joaquín León