ESTE fin de semana migratorio que se han marcado Pedro Sánchez y Angela Merkel no ha tenido desperdicio y está siendo muy comentado. No ya sólo por los acuerdos, sino por las circunstancias. Se notó que los detalles estaban cuidados. Para empezar, la recibió en Sanlúcar de Barrameda, en el palacio de los Guzmanes, que tiene una historia de lo más interesante, por su relación con la duquesa de Medina Sidonia, la llamada Duquesa Roja (roja tenía que ser), y los líos familiares que hubo, que son como de película, y el maravilloso archivo que existe en esa Casa Ducal, y menos mal que no hay fantasmas, que sepamos, pues sería lo único que faltaría en ese palacio.

Irene García, que es sanluqueña aunque susanista, debería aprovechar la visita de Pedro Sánchez para que la Diputación promocione el palacio de los Guzmanes en Fitur y, por supuesto, en Berlín.

Lápida: “Aquí estuvo Angela Merkel el 11 de agosto de 2018. Y nos dio coba”.

Sánchez le hizo un favor al turismo sanluqueño. A los presidentes socialistas, desde Felipe González a José Luis Rodríguez Zapatero, siempre les ha gustado Sanlúcar, que está a la vera de Doñana, donde se inspiran. Cuentan las leyendas que en Bajo de Guía conoció Zapatero a Bibiana Aido, a la que hizo ministra poco después.

¿Y los langostinos no les gustan? Pues ya que van, tampoco es para hacerles ascos. Se está comentando mucho el menú, como si hubiera sido un almuerzo benéfico de esos que organizan los marqueses y nobles de alcurnia para ponerse morados (color tan bonito) a beneficio de los pobres. Begoña Gómez, Joachim Sauer y sus respectivas parejas, así como otros afortunados, comieron pescados y langostinos de Sanlúcar. Como es lógico. No iban a almorzar una fabada asturiana.

Ayer los señores de Sánchez y de Merkel estuvieron viendo a los linces de Doñana, en sus instalaciones del Acebuche. La gente populista  pregunta por qué no fueron a Algeciras, a San Roque, a Tarifa, a la valla de Ceuta, a esos lugares que están cerquita de Sanlúcar de Barrameda, a ver a los migrantes que vienen de África y a los guardias civiles apaleados. Esos migrantes que serán devueltos a España siempre y cuando Alemania así lo decida, previo pago de su importe, cuando no sean de su agrado. Al final, todo depende del pago del importe, por mucho que lo camuflen con un fin de semana de vacaciones, entre sonrisistas, en Sanlúcar y en Doñana.

José Joaquín León