DECÍAMOS ayer que los Tosantos gaditanos de toda la vida se están perdiendo, como tantas cosas que cantaba la comparsa de Martínez Ares. No del todo totalmente, porque en la tarde de ayer organizaron  el concurso en los mercados de la Plaza (Central) y Varela (Virgen del Rosario), a los que acuden algunos niñitos y niñitas con disfraces de monstruos. Pero, viendo el programa de festejos de Halloween que han montado este año, se nota que Cádiz celebra todas las fiestas. Ahí se lució Paco Alba. ¿Hay quién dice que Cádiz no tiene fiestas? No, ni ná. Con el programa de Halloween 2018 se nota que el Ayuntamiento intenta siempre agradar y se apunta a las veladas del terror. ¿Más aún?

Fijarse si se apuntan a todo en Cádiz, que no sólo los Tosantos gaditas de toda la vida, no sólo el Halloween de los yanquis que patrocinan nuestros anticapitalistas, también vamos ya por los altares de los muertos de México. Han organizado un sarao a la mexicana en la Casa de Iberoamérica. Eso me parece bien, pues así sirve para algo iberoamericano esa casa; y así pueden conocer costumbres ancestrales del México lindo, donde el culto a los muertos de los paganos se mezcló con el recuerdo a las Ánimas Benditas del purgatorio. Las Ánimas Benditas eran nuestro Halloween, pero se hacía con más respeto y recordando a nuestros antepasados familiares. Hoy parece que se olvida a los difuntos. Sólo se practica aquello del muerto al hoyo y el vivo al bollo.

Así está de moda Halloween, reconvertido en el Día del Terror. Con sus zombies, con sus calabazas y con una gran empanada mental. Pues no se sabe lo que se celebra, ni por qué. El Ayuntamiento se divide para todo, y así la delegación de Fiestas, con María Romay, va con los Tosantos; y la de Juventud, con Adrián Martínez de Pinillos, va con Halloween. Antes, en 2015, Adrián llegó a hacer un voto a la Virgen del Rosario.

En busca de votos van todos a estas alturas, lo mismo Kichi que Juancho que Juanma que Fran. Mientras, la ciudad se asoma  estos días a los pasajes del terror. Algunas asociaciones de vecinos (como las de Puntales y Cortadura) también se han apuntado a Halloween. Se ve que los espíritus diabólicos y perversos se van lo más lejos posible de La Viña, que es el barrio donde custodian la esencia de las tradiciones, bendecidas por las aguas de la Caleta.

Los yanquis son más bien de Rota, esa base por donde entró Halloween. Los antimilitaristas la fomentan en Cádiz, ciudad donde los zombies y calabazas suenan a comparsas. De Martínez Ares, precisamente.

José Joaquín León