EL tranvía de la Bahía es otro de los grandes petardazos de la Junta de Andalucía en la provincia de Cádiz. Un comecocos, como el Gran Hospital de Puntales y la Ciudad de la Justicia. Ni la sanidad, ni la justicia, ni el transporte han mejorado sensiblemente en la provincia con la actuación de la Junta desde los tiempos de Chaves y Griñán. Es la herencia recibida por Susana Díaz. Puede que hayan tenido mala suerte, con la crisis y los recortes de inversión por medio. No obstante, es un caso llamativo de incompetencia y marginación, si se compara con otras provincias. Ahora, en las vísperas de las elecciones, el tranvía vuelve a aparecer en el panorama. Como si fuera un fantasma.

Es pintoresco que la Junta anuncie nuevas pruebas del tranvía de la Bahía en la última semana de la campaña electoral andaluza. A ello responden el partido y la plataforma creados en San Fernando contra el tranvía, anunciando que llevarán el proyecto a la sala de lo penal de la Audiencia Nacional “si aparece el tranvía por la calle Real”. El prolongado retraso en las obras y puesta en circulación, la oposición vecinal en San Fernando a que pase por la calle Real, la absurda decisión de que circule por la vía del tren entre Río Arillo y Cádiz… Todo es como una sucesión de majaderías.

Es curioso porque el tranvía se anunció como el sucedáneo para compensar otro agravio comparativo a Cádiz. Mientras la Junta se comprometió a construir líneas de Metro en Sevilla, Málaga y Granada (un proyecto que no ha completado) estableció un premio de consolación, en modo tranviario, para la Bahía de Cádiz.

Pero no existía una demanda social del tranvía. Había (y hay) otras necesidades de inversión más prioritarias y urgentes. Hubiera bastado con conectar a Chiclana con la línea ferroviaria de Cercanías. Para colmo, la oposición que surgió en San Fernando no se ha solucionado y se ha convertido en otra excusa para el populismo. Tranvía por el centro-centro lo hay en Sevilla: pasa por la plaza Nueva (donde está el Ayuntamiento), la Avenida de la Constitución (donde está la Catedral), la Puerta Jerez y la calle San Fernando, en pleno cogollo urbano. En Sevilla no se montó esa oposición, pero en La Isla ha arraigado y sigue.

El tranvía está condicionado por haberse planificado mal, negociado peor, y por carecer de justificación ante la opinión pública. Ahora se encuentran con una inversión costosa y de utilidad discutible. Es otro ejemplo de los errores que cometió la Junta al decidir sus proyectos en Cádiz.

José Joaquín León