Cádiz se muere, Cádiz se desangra, Cádiz está en decadencia… Esto se escucha desde el siglo XIX. Y, por supuesto, durante gran parte del siglo XX y lo que ha transcurrido de siglo XXI. A continuación viene lo siguiente: el Gobierno nos trata mal, necesitamos un plan especial. Castelar y Moret eran gaditanos. Se piden un puerto con algunas prerrogativas para sustituir el monopolio que perdimos, una Zona Franca con ventajas fiscales, unas subvenciones para que las grandes empresas se instalen en la Bahía, porque es insuficiente con los astilleros públicos y la aeronáutica. Por pedir que no quede.

A Cádiz siempre le falta algo. Por eso, el informe de Asuntos Sociales no ha descubierto nada, sino que insiste en lo ya conocido.

Se le endosan a Cádiz algunos problemas que son de toda España. Hay menos jóvenes porque descendió la natalidad. Hay más viejos porque ha crecido la esperanza de vida. Hay muchos emigrantes porque los jóvenes no encuentran trabajos bien pagados. Se van quedando despobladas las ciudades porque existe un éxodo hacia otros municipios periféricos con el suelo más barato. Todo eso se agrava en Cádiz con el factor insular, que la dejó al margen del crecimiento. Y con una tasa de paro endémico que es difícil de rebajar.

En 2015 dijeron que todo lo anterior se solucionaría echando a Teófila de la Alcaldía; y poniendo a Kichi. Con lo cual, a los problemas que ya padecía Cádiz, se añadió uno nuevo: el populismo anticapitalista que espanta al capitalismo. Esto ha creado unas expectativas incontrolables en el submundo que aspira a vivir de la ayuda social. Y no me refiero a las personas honradas que sufren y no encuentran trabajo, sino a los que nunca lo buscan.

En estas condiciones, si pensamos en el futuro, se entiende que hace falta un cambio, pero otro cambio. Un recambio, que permita a muchos gaditanos cambiar también esa mentalidad derrotista y resignada que ahora tienen. Por este camino actual, Cádiz seguirá instalada en la decadencia como una forma de vida. Eso sí, con alegría; y que no falte.

José Joaquín León