LA convocatoria de elecciones generales el 28 de abril puede cambiar el panorama previsible para las elecciones municipales del 26 de mayo. Es cierto que ya estaba prevista la coincidencia municipal con las europeas, y que eso podía afectar. También es evidente que en las elecciones municipales funciona en primer lugar el factor cercanía, el conocimiento del candidato y su carisma personal, y eso no cambiará. Pero está demostrado que el momento de cada partido influye. Arrastra un porcentaje de votos que puede ser determinante para perder o ganar una mayoría. La marca del partido es un componente más del resultado. Las últimas municipales coincidieron con malos momentos de PP y PSOE, lo que facilitó el auge de Podemos y la aparición de Ciudadanos.

¿Y eso como se traduce para Kichi? Tranquilidad, que todavía no se sabe si le beneficiará o le perjudicará. En teoría, según las encuestas, Podemos va muy a la baja. Su líder nacional, Pablo Iglesias, está en modo missing, sus labores domésticas, y lo que diga mi mujer, que resulta de lo más feminista e igualitario, pero tampoco es para que se oculte. De todos modos, en el caso concreto del todavía alcalde de Cádiz, el señor González va por libre, y es bastante cantonalista, un caso peculiar, por lo que en teoría le debería influir menos. A no ser que se descompongan en abril y les entre el pánico.

Más puede influir a los otros partidos, sobre todo al PP de Juancho y al PSOE de Fran. Si en abril van al alza les repercutirá en el voto útil. También se observará si a Ciudadanos lo ven como un partido de gobierno o sólo de complemento directo. Asimismo está por revalidar el voto de Vox, que es una incógnita en las municipales, donde se podría desinflar, según las circunstancias, y según los candidatos que presenten.

Al coincidir las municipales con las negociaciones para el nuevo Gobierno de España, puede facilitar el cambio de voto de los arrepentidos. Al coincidir con las europeas, es una tentación para el doble sufragio de los indecisos, que pueden votar a un partido para Bruselas y a otro para sus municipios. A esas incertidumbres nadie puede responder aún. En los gallineros andan revueltos, hay nervios e inseguridad.

El nuevo escenario municipal permite insospechadas posibilidades para los cambios de alcaldes y alcaldesas. Los gobiernos de muchos ayuntamientos serán decididos en los pactos. Ahí pueden surgir otras alternativas que no estaban previstas. Esto es como la Liga 1/2/3. Hasta el último minuto nadie puede cantar victoria.

José Joaquín León