ESTE día del 8-M, que es el de las mujeres, es un momento oportuno para reflexionar sobre las madres. Y podemos empezar por darle la enhorabuena a Teresa Rodríguez, que acaba de ser madre, y también por supuesto a José María González, que acaba de ser padre y tiene algo que ver. Estas noticias antes aparecían en los Ecos de Sociedad, pero ahora en la crónica política, porque originan cambios de liderazgos, permisos de maternidad y paternidad, retiradas a los chalés, los pisitos o los cuarteles de invierno; y regresos triunfales con carteles chulos cuando vuelve él, mientras se callaron cuando accedió ella al puesto de mando de él, que lo ha recuperado, pues la familia que manda unida permanece unida. Como Mao Zedong y su esposa Jiang Quing.

Ahora, en serio, deberíamos reconocer también el papel de las madres (y de las abuelas, no se olviden de las abuelas) en este Día de la Mujer. Ser madre y/o ser abuela se han convertido en las principales marginaciones de la mujer en España. Un estudio de La Caixa ha demostrado que en igualdad de condiciones profesionales, los servicios de recursos humanos penalizaban un 30% a las mujeres a la hora de seleccionar, pero todavía más a las mujeres que eran madres. Por el contrario, premiaban a los hombres que eran padres. Y no es por casualidad, sino por estereotipos reaccionarios.

Pues no les digo nada si hubieran presentado el currículo de la abuela… En este país la estructura familiar se ha penalizado. Se ha llegado a la conclusión estúpida de que las familias sólo interesan a la Iglesia y a la derecha. Gran error. Hay familias que son incluso de extrema izquierda, incluso podemitas, como Teresa y José María. Ser mamá no es de derechas ni de izquierdas, sino de las mujeres que tienen hijos. Desde los hombres primitivos ha influido en la supervivencia de la sociedad. Y, por supuesto, debe ser compatible con el trabajo.

Hoy no es el Día de la Madre, que se celebra el primer domingo de mayo. Pero la mujer trabajadora está doblemente penalizada cuando es madre. A eso se añade la marginación de miles de amas de casa que existen en España (por decisión voluntaria o involuntaria), que parecen borradas del mapa, porque no interesa asumir su existencia. La realidad no se puede ignorar. La solución no es que las mujeres dejen de ser madres, sino que las madres sean más respetadas, más cuidadas, más favorecidas en la legislación laboral y en las pensiones. Ayudarlas nunca será una discriminación positiva para la mujer, sino estricta justicia.

José Joaquín León