POCOS días después del 8-M se ha dado a conocer que un hombre o varón (jamás un macho) puede ser elegido este año como Chiclanero Mayor para la feria de San Antonio. La decisión es importante y marca un hito en la igualdad mundial, pues será adoptada por la Asociación de Chiclaneras; es decir, por una asociación al modo de las ninfas del Carnaval que hay en Cádiz. Si una Asociación de Chiclaneros eligiera a una mujer como Chiclanera Mayor se diría que es una decisión machista, sexista, patriarcal y demás. Pero si una Asociación de Chiclaneras elige a un hombre por supuesto que hay igualdad y avance de los géneros en convivencia. Por cierto que la Asociación de Chiclaneras está presidido por un hombre, Francisco Olmo, lo que resulta curioso.

A Izquierda Unida le ha parecido muy bien, con lo cual el Chiclanero Mayor ya está salvado, porque cuenta con la bendición atea del feminismo pontificio auténtico. Si bien la concejala Susana Rivas ha afeado que este gran hito de la igualdad no lo haya adoptado el delegado de Fiestas, José Manuel Vera, del PSOE, cuando lo organizaba el Ayuntamiento. Pues de ese modo el municipio chiclanero hubiera dado un testimonio ejemplar de la igualdad.

Ahora vamos a hacer una extrapolación a Cádiz, que está cerca de Chiclana. Si IU defiende en ese municipio de la Bahía que la Delegación de Fiestas elija a la Chiclanera o el Chiclanero Mayor, ¿por qué no ha defendido Unidos Podemos lo mismo en Cádiz? En tal caso, ese proceso debió ser liderado por María Romay, que es de Podemos y concejala de Fiestas. Bastaba con cambiar las bases. Establecer que se podía elegir una diosa o un dios, unas ninfas o unos ninfos de cualquier género, con tal de que fueran personas humanas, o criaturas de Dios, como se decía antes. Y por el traje típico no habría problemas, pues irían de piconeras o piconeros. Podría ser una lista paritaria y cremallera, como la de los concejales.

La igualdad debe ser para todos. El Chiclanero Mayor ilumina el camino. Se ha criticado que era un concurso de mujeres floreros, pero como no hay machos floreros, la igualdad de género funcionará de otro modo. En realidad, funcionará como digan ellos y ellas, los que imponen las costumbres, los que inventan lo que es bueno y lo que es malo, los que han creado unos dogmas a capricho. Sin entender que la verdadera igualdad de derechos y deberes entre los hombres y las mujeres no se conquistará desde el odio y el sectarismo, sino desde la justicia y la libertad.

José Joaquín León