HEMOS leído en el Diario que Cádiz es la ciudad española con menos atascos y la segunda del mundo más fluida. El estudio Tom Tom Traffic Index 2018 ha analizado 403 ciudades de 57 países (de ellas 25 españolas). La capital gaditana ha ocupado el puesto 402 en el ranking de atascos, tan sólo mejorada por Greensboro High Point, una ciudad de Carolina del Norte (EEUU), en cuya área metropolitana residen en torno a 700.000 habitantes, y donde hay un tráfico genial, según parece. El récord del mundo de atascos lo ostenta la ciudad india de Mumbai, que es caótica e inexplicable, seguida de Bogotá (Colombia) y Lima (Perú).

En España, las cuatro primeras en atascos de tráfico son Barcelona, Palma de Mallorca, Granada y Madrid, si bien no aparecen entre las 100 peores del mundo, ni entre las 50 peores de Europa. Con esto se llega a la pregunta del millón: ¿es bueno o es malo tener atascos? En teoría, es bueno ser como Cádiz y no tenerlos. Aunque Barcelona y Madrid, las dos ciudades españolas más desarrolladas, se encuentran en las posiciones de cabeza. Con lo cual se podría pensar que las ciudades con pocos atascos cuentan con un escaso desarrollo y con una lánguida actividad económica.

Sin embargo, Cádiz es diferente, incluso comparándola en el mundo mundial. Cádiz tiene dos puentes sobre la Bahía. No voy a insistir en la historia del segundo puente. Era como el niño bonito de Teófila Martínez, que le atribuía las mejores virtudes que una mamá desea en su hijo: guapo, encantador, y con un gran futuro por delante. Mientras los indignados despotricaban de lo que gastaban en el niño, digo en el puente, que consideraban un capricho caro.

En paralelo a las obras, eran tiempos de atascos en Cádiz. ¿O ya no se acuerdan de las colas en el puente Carranza? ¿Y aquellas salidas de Astilleros, a primeras horas de las tardes de los viernes? Por no recordar las manifestaciones (a veces calentitas) que dejaban al puente único de cualquier manera. Atascos había, sí, y de gran categoría.

Pero se perdieron, como tantas cosas. Los atascos se han perdido como el barco del arroz. Hubo intentos de recuperarlos, como las obras en la carretera industrial. También han cortado algunas calles y paseos con las obras del carril bici. Incluso dicen que han peatonalizado Argüelles. Pero los intentos por crear nuevos atascos han fracasado. El puente reluciente ha permitido que Cádiz sea la segunda ciudad del mundo con menos atascos, según los del Tom Tom. Y aún hay desagradecidos que se quejan.

José Joaquín León