EN estos días de pactos municipales, apenas oímos peticiones de una segunda vuelta en los ayuntamientos. Será por el final de la segunda vuelta que ha protagonizado el Cádiz CF, que ha desmoralizado a la afición. Hace cuatro años, antes de que tomara posesión Kichi como alcalde del cambio, el PP insistía en este asunto. Pedían un cambio, pero en la ley electoral. En ese escenario hipotético, los gaditanos hubieran escogido directamente entre Teófila Martínez y José María González, liberando al PSOE y a Fran González de tan funesta responsabilidad. Cuatro años después seguimos como cuatro años antes, aunque con Kichi fortalecido, y sin voces discrepantes que pidan cambios en el sistema para que los ciudadanos elijan directamente a sus alcaldes o alcaldesas.

¿Y qué pasaría, con una segunda vuelta a la francesa? En pocos ayuntamientos de la provincia ocurrió como en La Línea, Barbate, Rota, Villaluenga o Alcalá de los Gazules, donde hubo victorias arrolladoras con mayorías absolutas. En Cádiz se hubiera convocado una nueva votación para elegir alcalde entre Kichi y Juancho. Es decir, el candidato de Adelante contra el del PP. En la Bahía de Cádiz corresponderían duelos directos entre los candidatos del PSOE y el PP en San Fernando, El Puerto y Chiclana, mientras que en Puerto Real hubiera sido entre Adelante y PSOE. En Jerez y en Algeciras, los dos municipios más habitados, van a seguir como alcaldes la socialista Mamen Sánchez y el popular José Ignacio Landaluce, pero con el sistema de doble vuelta hubieran necesitado ganar a los candidatos del PP (en Jerez) y PSOE (en Algeciras).

Hablar de segundas vueltas para las alcaldías es un juego. Salvo casos excepcionales, como Cádiz y Puerto Real, en casi todos los municipios el alcalde o alcaldesa sería elegido directamente entre los candidatos del PSOE y el PP. Por lo que el voto de izquierdas, centro y derecha se polarizaría en la utilidad del bipartidismo.

En Cádiz, la elección directa sería como una segunda oportunidad. Aunque con Kichi de favorito. Le ha faltado un solo concejal para la mayoría absoluta, por lo que en teoría hubiera ganado a Juancho con clara diferencia en un duelo a dos. Sin embargo, habría un margen de sorpresa, porque podrían influir una mayor abstención o la dudosa movilización de quienes no votaron.

En el actual panorama político español, las segundas vueltas parecen imposibles. Los partidos no quieren renunciar a una de sus principales armas para conseguir poder: el cambalache de los pactos.

José Joaquín León