HOY será reelegido José María González Santos, popularmente conocido como Kichi, para la Alcaldía de Cádiz. Permanecerá en el cargo durante cuatro años más, si no ocurre algo raro que no se intuye en el horizonte. Dispondrá de una mayoría que es casi absoluta, pero no del todo. Una mayoría más que suficiente para gobernar. Su equipo de concejales ha mejorado en cantidad y, al parecer, en calidad, aunque es una suposición y deberán acreditarlo. Es decir, viene con el sambenito colgado de una mala gestión (o, por mejor decir, de una gestión sin resultados e invisible, excepto en el carril bici), y con el aval de que su buen rollo personal le ha abierto puertas y le ha aportado votos.

Se abre una nueva etapa, que debería ser diferente. Sin embargo, a priori, se puede esperar más de lo mismo. El problema de fondo no es sólo que gestione mejor o peor, sino el concepto de la gestión. Es decir, ¿para qué debe servir un alcalde? Desde luego, no para adquirir fama fuera de Cádiz como un personaje pintoresco, ni para ser simplemente uno de los nuestros. Por el contrario, se espera de un alcalde que sirva para liderar la recuperación de una ciudad que sufre graves problemas. Algunos ya existían desde antes de que llegara y otros se han complicado en los últimos cuatro años.

Uno de los principales errores de los alcaldes y candidatos a serlo es prometer empleo en la campaña. Un alcalde puede crear algunos puestos de trabajo y fomentar políticas de inclusión laboral. Pero un alcalde no es el presidente de una multinacional, como dicen ellos, y no va a crear 10.000 puestos de trabajo en la ciudad con empresas municipales. Sin embargo, debería crear las condiciones para que lleguen empresas, para que inviertan y para que oferten más empleo. Es difícil que un Ayuntamiento gobernado por anticapitalistas consiga eso. Hay otras ciudades más receptivas.

Hoy será raro no ver a Pepe Blas Fernández presidiendo la mesa de edad. Era el concejal más veterano. Curiosamente, tampoco estará ya la más joven, que era María Romay. Después de 36 años, Pepe Blas se despide y nos ha dejado una lapidaria definición del presente municipal en Cádiz: “Estamos con un alcalde populista que no es agresivo en sus expresiones, un PSOE hundido y una derecha dividida”.

Un diagnóstico como para dejar de fumar en las playas. Nos queda el consuelo de que Cádiz resiste todo. Ha llegado un momento en que Kichi forma parte del paisaje local. Dice que estará como alcalde hasta 2023 y que no seguirá. Ya se verá si se arrepiente…

José Joaquín León