LA buena gente dice: “las obras del Paseo Marítimo, con su carril para patinetes, digo para bicis, es lo mejorcito que hizo el Ayuntamiento de Kichi en sus cuatro años anteriores”. La mala gente dice: “Para una cosa que hizo el equipo de Kichi medio bien, resulta que es una obra de la Junta de Andalucía”. Yo no le quiero quitar la ilusión a Martín Vila, que está con el Paseo Marítimo como un niño con zapatos nuevos. Eso se decía antes, la verdad, ahora se dirá como una niña con zapatillas de Vans o de Converse nuevas. Por no dispersarnos, se debe reconocer que es una obra. Y que en Cádiz hemos visto tres obras en cuatro años, por lo que tiene un valor sustancial. Pero…

Pero verán que el resultado no es igual en el tramo del Hotel Playa a las murallas que en el tramo del Hotel Playa a Cortadura.  En el tramo hasta las murallas no se ha suprimido el tráfico, aunque se ha restringido. Se han cepillado los aparcamientos de coches, eso sí. Gracias a lo cual se ha construido el carril bici donde es recomendable. Es decir, entre la zona peatonal y la calzada. De ese modo hay un triple uso: peatones y perros necesitados por la parte peatonal, patinetes y ciclistas por el carril señalizado; coches y motos por la calzada permitida.

En ese tramo, los grandes beneficiados son los peatones y los perros. Antes había lugares altamente peligrosos, como la zona de Santa María del Mar y la trasera del colegio de San Felipe Neri, donde la acera se estrechaba y había que compartirla entre paseantes, bañistas, corredores de running, ciclistas, pioneros del patín, perros y otros animales. Todos peleando el espacio en menos de un metro de anchura. Ahora hay más amplitud en la zona peatonal, a la que se sumó el carril anexo.

Pero la zona del hotel a Cortadura está mal resuelta. En el tráfico hay dos opciones: peatonalizas, o no peatonalizas. Pero el semi de Martín es un camelo. El resultado es que aparecen patinetes y bicicletas por la acera peatonal (lo que se debería multar, ya que cuentan con otro espacio reservado en la calzada) y que nadie sabe realmente las reglas del juego, que son elásticas.

A lo cual se añade el mosqueo de los bares y restaurantes, que se habían agenciado una parte de la calzada, con permisos en general, y no tanto en otros casos. La zona naranja de Emasa se añade a la zona azul para aparcar. Los vecinos de paganini se consideran perjudicados.

La Victoria Beach entra en temporada alta. Así que el nuevo Paseo Marítimo, tan desordenado, está en el punto de mira.

José Joaquín León