INCLUSO cuando están en funciones, de vacaciones, o de migraciones, en los gobiernos no pierden la oportunidad de hacer precampañas electoralistas. Cualquier medida se intenta utilizar con tintes demagógicos. Por ejemplo, el fin del peaje de la autopista, previsto para diciembre de este año. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, afirmó que “fomentará las inversiones en la provincia de Cádiz”. Esto también es populismo. Una cosa es que la autopista se vaya a llenar de camiones (que antes seguían la ruta alternativa), gracias a que no pagarán peaje, y otra que facilite las inversiones de nuevas empresas. Las zonas más ricas de España (Madrid, Cataluña, Valencia y todo el Levante; incluso Málaga, en Andalucía) tienen autopistas de peaje. También las hay en grandes zonas industriales de Europa y Asia.

Esos mensajes crean una distorsión de la realidad. Al leer eso de que “facilitará el contacto con el resto del territorio” cualquiera pensaría que llegar a Cádiz y la Bahía es como escalar el Angliru, o como las antiguas rutas en tiempos de los bandoleros. A tanto no se llega. Además de la autopista de peaje, en la provincia de Cádiz existe una autovía alternativa hasta Jerez, que es la A-4, ya terminada en ese tramo. Falta completar el enlace hasta Sevilla, que está en obras. No se ha completado porque el anterior Gobierno de Rajoy y el actual de Sánchez retrasaron las obras previstas en la autovía, que hubiera debido terminarse antes del fin del peaje en la AP-4. Aun así, el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, tiene previsto agilizar las obras pendientes, según sus declaraciones, cuya credibilidad queda a criterio de cada cual.

Vincular los peajes con las inversiones es peligroso. Para muchos proyectos no se tiene en cuenta. Y, además, forma parte del coste del negocio, que se debe evaluar y nunca sale gratis. Ni en Cádiz, ni en Valencia, ni en Barcelona. Para atraer nuevas empresas, la panacea universal no es el fin del peaje. Por el contrario, hacen falta otras circunstancias que mejoren la competitividad y la hagan más atractiva. Sin olvidarnos del flojo espíritu emprendedor. Porque el inversor también podría ser de Cádiz, lo que se suele olvidar. Parece que empresario y gaditano son conceptos incompatibles.

En las últimas décadas (con peaje y antes del peaje), la provincia lideró el paro en España. Existen causas estructurales que se deben abordar con más rigor. Pero aquí se ha confiado en una política estéril de subvenciones y en el oportunismo buscavotos oficial. Con lamentables resultados.

José Joaquín León