NO lo recuerdo por nada ceniciento, pero hace un año, en agosto de 2018, se desplomó un puente en Génova (Italia). Quizá por casualidad, unos meses después, el Gobierno, que ya tenía como ministro de Fomento a José Luis Ábalos, elaboró una relación de las infraestructuras más deficientes de España, entre las que aparecía el puente José León de Carranza. ¡Ojo! Quedó claro que no hay peligro, al menos de momento. Pero su estado obliga a algo más que las habituales obras de mantenimiento, esas por las que cortan un carril irreversible de vez en cuando. Necesita una actuación más a fondo. En la pasada primavera, Fomento indicó que esos trabajos serían incluidos en los Presupuestos de 2020. No reírse, por favor.

Las actuaciones que necesita el Viejo Puente de Cádiz incluyen la reparación de los pilares; la sustitución del pretil de seguridad por uno nuevo; la reposición del firme en el tramo móvil del puente y una plataforma en voladizo en las dos márgenes. También se dio a conocer que el puente Carranza tiene dos puntos negros: el kilómetro 5 en dirección a Cádiz, y el kilómetro 2 hacia la mitad del puente. La negrura de algunos puntos se aprecia mejor si pasean en barquito por debajo del puente, en cuyo caso entran pocas ganas de pasear por arriba, pues lo que se ve es de película de miedo.

El pobrecito puente va a cumplir 50 años el próximo mes de octubre. Sería bonito celebrarlo haciéndole una puesta a punto para dejarlo como nuevo. Este puente tiene una historia detrás. Y aunque ya tengamos otro, le pasa como al primer amor, que nunca se olvida. ¿Qué hubiera sido de Cádiz sin su Viejo Puente? El alcalde José León de Carranza, aunque fuera facha, puso ilusión, quizá por afecto a su padre, que ya lo había intentado antes de la Guerra Civil. Ni el padre ni el hijo, ambos fallecidos, pudieron ver la inauguración. Fue un día para el recuerdo. Comparable al paseo torero a hombros que le dieron a otro alcalde, el socialista Carlos Díaz, cuando suprimieron el peaje del puente. Porque también tuvo peaje, y la indemnización le supuso un morterón al Ayuntamiento, con el que pagaron las obras de remodelación del Paseo Marítimo, que fueron mejores que las últimas realizadas.

Los alcaldes de Cádiz siempre se han preocupado por sus puentes, salvo excepciones. Teófila Martínez, incluso cuando dejó de ser alcaldesa, preguntó en el Congreso por el puente Carranza. Le contestaron que es uno de los más deficientes de España y están en ello. Pero sigue con chapuzas y sin una remodelación a fondo.

José Joaquín León