HA fallecido Luis Álvarez Duarte, que era el último imaginero de la escuela clásica. En unos tiempos en los que se ha perdido el interés por la calidad de la escultura, fue el último superviviente, heredero de los maestros. Siempre trabajó a mano y a ojo, tallando la madera para hacerla divina y convertirla en imágenes sagradas, que movieran a rezar. Desde su infancia hasta su muerte ha transcurrido más de medio siglo dedicado a la imaginería, con una ingente obra repartida por toda Andalucía, España y la Humanidad. También en Cádiz y la provincia, donde no se puede entender la Semana Santa sin las obras magistrales de Álvarez Duarte.

En Cádiz talló las imágenes del Señor de las Penas y la Virgen de la Caridad, que salen el Domingo de Ramos de la parroquia de San Lorenzo. Y su última obra para la ciudad fue la Virgen de la Esperanza, de las Cigarreras, que sale los Miércoles Santos de Santo Domingo. Además, restauró la Virgen de las Penas, de La Palma, a petición de José Luis Ruiz Nieto-Guerrero, uno de sus grandes amigos, con el que se habrá reencontrado allá arriba. Se podría añadir que también restauró la Virgen de la Soledad, del Santo Entierro, aunque años después fue retocada y modificada.

Para la provincia deja obras muy notables en San Fernando (Piedad, Estrella y Trinidad). Allí cumplió el servicio militar y tiene dedicada una glorieta en la carretera que va a Camposoto. Para Jerez también hizo obras importantes, como la Virgen del Buen Fin (Lanzada) y la O (Defensión), además de las figuras del misterio de la Coronación de Espinas. Pero su catálogo provincial lleva también a Algeciras, Rota (con el espléndido Resucitado), Sanlúcar, Arcos, Setenil y Conil, donde tiene la Virgen del Carmen con un Niño que robaron y les hizo otro.La muerte le sorprendió cuando trabajaba en una imagen para La Línea.

Escribir sobre todo lo que ha dejado al patrimonio artístico y religioso de Cádiz sería muy largo. Pero debo recordar que en el templo gaditano de Santo Domingo, cerca de la Patrona, está una de sus imágenes más queridas: la Virgen de la Esperanza, de las Cigarreras. Salió de su taller en Gines (Sevilla) con esos ojos verdes que evocan el mar de Cádiz, las mareas del alma, que consuela una Virgen cigarrera. En Ella se quedó el reflejo de su hija Guadalupe, la niña de los ojos verdes que se los prestó a la Esperanza.

Quienes le queríamos podemos intuir que ayer, cuando fue recibido por esa Virgen que tantas veces imaginó, habrá encontrado la verdadera mirada de su Esperanza.

José Joaquín León