LAS majorettes que se están preparando para salir en la cabalgata de los Reyes Magos de Cádiz de 2020 no son como las de Montpellier. Aquellas jóvenes francesas provocaron admiración, envidia o indignación en el Cádiz tardofranquista. Las majorettes de Montpellier ya vinieron en el mayo del 68, precisamente, cuando en Cádiz había Fiestas Típicas. Eran como un anticipo liberaloide, cuando ya se hablaba de apertura. Era una concesión del régimen arcaico, que pasaba del cinturón de castidad, cerrado con las siete llaves del cruzado, a permitir la minifalda escueta que desafiaba a las ráfagas del viento de levante. Era el pecado, pero venial y perdonable. Los pecados más mortales todavía estaban por llegar.

Las majorettes de Cádiz de ahora dudo que sean como las francesas de antes. Según el reportaje que publicó José Manuel Sánchez Reyes, el nuevo Club de Majorettes y Twirling Cádiz, formado por Lidia Gutiérrez y otras entrenadoras, van más por el lado de la gimnasia rítmica y por las acrobacias, dejando el formato majorette para las cabalgatas. Es decir, que puede tener una parte deportiva y otra de espectáculo.

Sin embargo, las circunstancias no son las mismas de antes. En aquel tiempo, las minifaldas de las majorettes de Montpellier levantaban pasiones. Como en todo, el tamaño tenía alguna importancia, ya que luego las imitaron en Cádiz, pero las faldas medían el doble, por lo que el efecto era distinto y no cuajó. Hoy en día, el cuerpo ya no llama tanto la atención. Aunque siga existiendo el sátiro de dunas en Cortadura.

Además, la Iglesia católica ya no pone el acento en esas cuestiones con el ardor infernal de antaño. Por lo que se ha rebajado ese afán de provocación y anticlericalismo del 36 que tanto gusta en el más país. Ahora se han pasado al extremo contrario, y quienes más se quejan por esas visiones livianas son las denominadas feminazis radicales por sus enemigos machistas. Por eso, me queda la duda de si las majorettes de cabalgata son sexistas, o no. Si una ninfa gaditana es sexista y se prohíbe, una majorette también lo sería, ya que no van vestidas como una afgana con burka o una iraní con chador.

Pasamos de un extremo al otro. Y, con el tiempo, lo ideal sería centrarse un poco más. Las majorettes de Montpellier son el pasado, aún en blanco y negro en las fotos de Juman y Bernet, y con las casas del Campo del Sur llenas de desconchones y grietas. Se supone que hemos evolucionado, ¿o no?  El regreso de las majorettes de cabalgata será una buena prueba de la normalización.

José Joaquín León