UNA de las consecuencias del cambio climático y el calentamiento global es que se dedican a asustar a la gente. Entiendo que es una medida para concienciar y alertar. No basta con la niña Greta, que hace su trabajo con la juventud, sino que en las vísperas de Halloween han publicado un estudio del grupo yanqui Climate Global en la revista multinacional Nature Communications, donde dicen que la costa de Cádiz, Doñana, e incluso Sevilla se van a inundar en 2050, al menos una vez al año. Y lo peor de todo: que Cádiz se quedará sin playas y volverá a ser una isla. Esta publicación tiene sedes en Londres, Nueva York y Shanghái. Así que han puesto a Cádiz en los mapas del mundo. Se dice Nature y la gente se lo cree, como si fuera la Biblia de la ciencia.

¿Esto es verdad, es mentira, o depende del color con que se mira? El grupo de los estudiosos es yanqui, la revista es multinacional y Cádiz tiene un alcalde anticapitalista. Son detalles a considerar. Puede que lo digan para fastidiar a Kichi. ¿Lo vamos a comprobar? Para 2050 faltan apenas 30 años. Va a dar asco vivir entonces, porque quienes lleguen a la mitad del siglo XXI se quedarán sin playas y sin pensiones. Puede que incluso sin diarios de papel, según otros cenizos. Y sin coches de diesel, eso seguro. No va a quedar casi nada. Una calamidad. Como si viniera el fin del mundo.

Según el referido estudio del grupo yanqui publicado en la revista multinacional, Cádiz se convertirá en una isla. Desde Torregorda a la Caleta no va a quedar ni una playa. El mar se comerá las dunas de Cortadura (¿con sus sátiros inclusive?) y se zampará la autovía de San Fernando, para que lleguen las olas hasta la Bahía.

¿Qué hubiera pasado si a don José León de Carranza no se le hubiera ocurrido impulsar el primer puente, y a doña Teófila Martínez el segundo? Para que vean que los puentes son muy importantes. Cuando Cádiz sea una isla nos quedarán los puentes. Y los catamaranes de El Puerto y Rota. Puede que incluso el Vaporcito, si ha dado tiempo de arreglarlo para 2050.

Está muy bien que asusten a la gente. Pero sería más útil adoptar medidas para frenar el avance del mar. A corto plazo, más peligroso que el calentamiento sería un maremoto, como el que hoy se conmemora en la Caleta. En tal caso, Cádiz sólo se podría salvar con el estandarte de la Virgen de la Palma, y ni siquiera es seguro. Desde el siglo pasado se habla de un plan de evacuaciones que nadie ha visto. Por eso, siempre digo que deben mantener los votos, y no los de las elecciones, sino los de pedir a la Virgencita que Cádiz se quede como estaba.

José Joaquín León