LA buena gente dice que Kichi y sus concejales no tienen proyectos. Y para uno que hacen sería mejor que no tuvieran ninguno. Cuando han abierto el nuevo carril bici de la Alameda se ha visto en todo su esplendor el mamarracho que han implantado en uno de los lugares más bonitos de Cádiz, en el auténtico paseo de la Bahía. En cualquier ciudad civilizada, los defensores del Patrimonio ya estarían pidiendo la dimisión del concejal responsable de esas obras, que es Martín Vila, así como la intervención de la Comisión del Patrimonio de la Consejería de Cultura de la Junta, que inexplicablemente ha permitido esas obras, o se las ha tragado.

Al anterior gobierno municipal, en tiempos de Teófila, lo obligaron a respetar el típico adoquín de la Alameda. Con razón. En las obras para quitar baches no les permitieron asfaltar a lo burro, sino que dejaron esa especie de pasillo que también es un poquito raro, pero que al menos preservaba el pavés gaditano, que en sus orígenes procedía de Tarifa. Sin embargo, en la obra del carril bici, se ha permitido un añadido a la calzada, con unas barras de separación, y pintadas en color verde chillón, que causa dolor en las miradas. Un adefesio. En Sevilla, donde tanto se fijan para el carril, en la Avenida, junto a la Catedral, lo integraron y no lo pusieron verde como en la periferia.

¿Y dónde están los ecologistas buenos? A los peatones, que son los reyes de la ciudad, según Martín Vila, los han dejado sin acera por esa zona y los obligan a pasar por el interior de la Alameda. Es decir, que en vez de favorecer el paseo del sufrido peatón gaditano, lo envían más lejos, si no quiere ser atropellado por una bici, un patinete, un velocípedo de Torrot de la Zona Franca, o cualquier artilugio que circule por el carril.

Una vez más vemos las contradicciones de clases. Por un lado, quieren frenar el tráfico y los aparcamientos de los coches, y por otro crean algo peor todavía: un carril de impacto agresivo en una zona paisajística que merece una especial protección. El tratamiento del carril en la Alameda debió ser mucho más suave, integrándolo en el paisaje tan peculiar y en el diseño regionalista que dejó el arquitecto Juan Talavera. En vez de cargárselo con este engendro.

¿Dónde está el modelo de ciudad de Unidas y Podemos? Pues ya se ha visto. Después llegará el Día sin Coches y hablarán de la peatonalización, o elogiarán una plaza como Argüelles, que la dejaron fea con ganas. ¿Tiene remedio este disparate? Cargarse la Alameda es una barbaridad que los gaditanos y las gaditanas no deben consentir.

José Joaquín León