LAS mesas a las que me refiero no son las de negociación bajo cuerda de Adriana Lastra y la Marta de ERC, sino a las de estas fechas tan bonitas y entrañables. En ellas se nota que los productos gastronómicos navideños de Cádiz están mal promocionados. Quizás les falta una feria en Londres, para que Irene García y sus diputados provinciales puedan promocionarlos. En Fitur tiene mal rollo, por las fechas, que suelen coincidir con el Carnaval. Y a la gente, entre pestiños, erizos, ostiones y demás, se les suele olvidar lo navideño. Ahí también se pudo hacer mejor, en su momento. Pues los pestiños no son estrictamente gaditanos, sino que se les considera típicos de Andalucía, en general. Por el contrario, hay otros más identitarios de Cádiz. Se pudo hacer la Alfajorada.

Todos los años, por estas fechas, nos suelen contar la historia del turrón de Cádiz. Al que en Toledo (donde los fabrican y comercializan) denominan pan de Cádiz. En la capital gaditana tuvo mucha fama el que vendían en Viena, esa pastelería que estaba en la calle Novena, esquina a San Miguel, justo donde cerraron el Zara Home y abrieron la hamburguesería Goiko. Y, por supuesto, el turrón de La Gloria de Pepe, que era el oficial de los últimos años, junto a los de Alameda, El Pópulo y otras confiterías.

Sin embargo, ha faltado una buena promoción del producto. Es verdad que en algunos hornos y pastelerías intentan venderlo a los turistas, especialmente a los cruceristas, como un producto local típico. Pero los intentos de entrar en los grandes circuitos comerciales de la distribución tropiezan con problemas, entre ellos que al mazapán de Toledo no le interesa la competencia gaditana, sin denominación de origen poderosa. En general, el turrón de Cádiz es un producto de andar por casa.

Igual pasa, aunque menos, con los alfajores de Medina. No alcanzan la misma popularidad en España que los mantecados y polvorones de Estepa. En nuestra provincia, los dulces de Medina están reconocidos. Muchas personas de otras poblaciones acuden a las Trejas y demás pastelerías asidonenses para buscar no sólo alfajores, sino amarguillos y otros dulces navideños fabricados por las empresas locales.

El margen de crecimiento es amplio. Creo que condiciona negativamente esa tendencia, tan gaditana, de no valorar más lo nuestro y fijarnos en lo ajeno. El turrón de Cádiz está a la altura de los mejores; y el alfajor y los dulces navideños de Medina Sidonia también. En otras poblaciones asimismo hay productos merecedores de mejor promoción. Falta superar esa barrera para que la Navidad sea celebrada más en gaditano.

José Joaquín León