HAN transcurrido 20 años desde que el siglo XX dejó paso a otro milenio. Podríamos decir, siguiendo a Ramón Solís (escritor gaditano injustamente olvidado), que un siglo llamó a la puerta, incluso un milenio. Toc, toc... Sería injusto creer que todo sigue igual que en 2000. No es así. Vamos a inaugurar la nueva década con una sesión de investidura en las vísperas de los Reyes Magos. Rosco o roscón, esa es la cuestión. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han presentado un programa que nos recuerda al que asó la manteca, y lo quieren pasar el 5 de enero por la joroba de los camellos. Ya verán dónde toca este año el Premio Gordo del sorteo del Niño.

Como se aprecia con estos señores, en 20 años la vida ha cambiado mucho. Nos hemos adaptado al euro, ya no existe un bipartidismo potente del PSOE de Felipe y el PP de Aznar, en Cádiz gobierna Unidas-Podemos, un partido (o lo que sea) que cuando llegó Teófila no existía. Ahora el segundo partido provincial en votos es Vox, grupo situado en el extremo de la derecha, que se presentó a sólo 18 ayuntamientos gaditanos en las elecciones municipales de 2019.

Vivimos en unos tiempos políticamente raros, por lo que la gente normal despotrica de la política, intenta apartarse, hacer como si no existiera. Sin embargo, vamos a ser optimistas, joé… En nuestra provincia hay unas perspectivas que son las que son, a pesar de que la juventud emigra en busca de un futuro mejor, a pesar de que los inmigrantes llegan a nuestras costas y muchos se van huyendo. Pero nos queda el turismo, que se ha convertido en el principal recurso. El futuro es del turismo. Y no porque haya caducado el peaje de la autopista a Sevilla, sino porque el turista está de moda, y Cádiz tiene sus atractivos diversificados.

Así las cosas, en esta provincia hay una gran fiebre hotelera. En las playas, en la Sierra, en las ciudades... La fiebre hotelera alcanza tal temperatura que incluso se ha vendido el hotel del Tiempo Libre y han pagado 11,8 millones. Esto, desde la década pasada, parecía imposible. Y, además, todo el que tiene un pisito potable en el centro de las ciudades lo quiere convertir en turístico. Son como los ahorros del banco en otros tiempos. Quien tiene un pisito turístico tiene un tesoro, o al menos va tirando. Los que no tienen un pisito turístico se quejan por el precio del alquiler, y quieren que se lo arregle Pablo Iglesias, que vive en un chalé.

El mercado gurmé de la estación de Cádiz nadie lo ha visto, ni el hotel tampoco, pero la década acaba de empezar, tengan paciencia. Al siglo XXI aún le quedan 80 años.

José Joaquín León