EN las últimas semanas, Teresa Rodríguez es noticia. No por su labor de oposición en el Parlamento de Andalucía, sino por la oposición interna que ha ejercido en Podemos. Ha decidido no presentarse a la reelección como lideresa andaluza, lo que supone divorciarse del partido de Pablo Iglesias. Teresa ya no será podemita, sino que se irá a buscar otro rumbo. Adelante Andalucía se integró a regañadientes (y gracias a IU) bajo la marca Unidas Podemos para las últimas elecciones generales. Sin embargo, el debate se había recrudecido. Ni los podemitas fieles a Iglesias quieren a Teresa, de la que están hartos, ni a ella le interesa seguir.

Este es un problema de partidos, también de ideologías marxistas y populistas, de su conversión al nacionalismo andaluz, y de estrategias, por su discrepancia con la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición con el PSOE. También da la sensación de que Teresa está desilusionada de la política. Cuando Podemos irrumpió triunfalmente desde la indignación, en las elecciones europeas de 2014 (consiguiendo cinco escaños contra pronóstico), el número uno de esa lista era Pablo Iglesias y la número dos era Teresa Rodríguez. Estaba llamada a ser una de las lideresas de la nueva política contra la casta. Pero ha ido a menos. Pasó a la irrelevancia en Andalucía, e incluso ha sido rebasada en Podemos por Noelia Vera, que al principio era una becaria pelota del jefe, y ahora es secretaria de Estado de Igualdad con un sueldazo.

Aparte de eso, que no es poco, Teresa tiene calado a Pablo Iglesias. Sabe que el gobierno que ha montado con Pedro Sánchez es el primer paso para que Podemos gire a la socialdemocracia. O, al menos, que gire Pablo Iglesias. Tengo escrito que el copropietario del chalé de Galapagar, antes o después, terminará en el PSOE. Profecía avalada por experiencias como la de Santiago Carrillo. En el momento oportuno, Pablo se cortará la coleta, como los toreros, se alejará de la indignación, cenará con directivos del Ibex 35, y será socio de la casta.

La familia Kichi es devota de don Fermín Salvochea y no traga al PSOE. Teresa Rodríguez se llevaba peor con Susana Díaz que con Juanma Moreno y Juan Marín. Era algo parecido a lo de Kichi con Fran González, cuando el PSOE lideraba la oposición a Podemos en Cádiz con un sanchista. El futuro de los colegas de Teresa en Adelante Andalucía, o lo que sea, al margen de Podemos, está por ver. También está por ver qué hace el vicepresidente Iglesias en Andalucía…

Y en Cádiz, pues no se quedará quietecito.

José Joaquín León