CADA dos o tres meses, escribo un artículo sobre el Castillo de San Sebastián. Es una de las mayores vergüenzas para Cádiz. En cualquier ciudad con un mínimo de civilización cultural, ese recinto ya estaría incluido en el Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, en Cádiz no van a parar hasta que se autodestruya y se caiga a pedazos al mar para convertirse en ruina arqueológica. En el Ayuntamiento, Kichi y el equipo de gobierno viven plenamente despreocupados por este asunto (y por otros, ya se ve). El Castillo de San Sebastián les sonará como el templo de Melkart, algo de otros siglos. Sin entender que tienen clausurada una de las principales joyas patrimoniales de Cádiz.

La gota que colma este vaso es que le van a dar la puntilla al CEI.MAR, el campus de excelencia de la Universidad del Mar, con su laboratorio de investigación del Labimar, que puso en marcha el profesor Juan José Vergara, catedrático de Ecología de la UCA. Las dependencias situadas a la entrada del castillo fueron asignadas al Labimar en 2014, tras un convenio entre el Ayuntamiento y la Universidad, suscrito por la entonces alcaldesa, Teófila Martínez, y el entonces rector, Eduardo González Mazo.

Este campus de excelencia, con el laboratorio, y con las numerosas actividades que han organizado, ha sido una de las enseñas en la investigación y la divulgación para la Universidad de Cádiz. El Castillo de San Sebastián está cerrado, y el Ayuntamiento sigue sin permitir el acceso a las dependencias del Labimar. Es increíble la desidia para acometer las obras en el Castillo, que están paralizadas, al no ponerse de acuerdo el propietario, que es el Ministerio de Fomento, cuyo titular es José Luis Ábalos, y el Ayuntamiento de Cádiz, cuyo alcalde es José María González Santos, que es incapaz de cerrar el acuerdo de cesión con el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos.

Resulta pintoresca la posibilidad de que el Labimar de la excelencia sea trasladado y ubicado en el Mirador de Santa Bárbara, que actualmente sirve de albergue nocturno para personas sin hogar y vagabundos en general. Pero es más grave la incapacidad para que el Castillo de San Sebastián cumpla sus finalidades mínimas. El Ayuntamiento ha suprimido todo lo que tenía: los espectáculos, las exposiciones, las visitas turísticas… Y como remate del tomate, a cargarse el laboratorio de investigación del mar. Algo insólito.

Es un lamentable despropósito, que sólo puede ocurrir en una ciudad como Cádiz, anestesiada por la apatía cultural.

José Joaquín León