EL ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha cesado en sus funciones como diputado cunero por Cádiz. Fue elegido el 28 de abril del año pasado, y por segunda vez el 10 de noviembre. Pero no ha llegado al Miércoles de Ceniza. La culpa no ha sido suya, sino de Pedro Sánchez, que como tiene justitas las votaciones del Congreso de los Diputados ha pedido a todos los ministros que renuncien a sus actas de parlamentarios, ya que con frecuencia están comprometidos en otros menesteres y no podrían ir a votar. En realidad, a todos no se lo ha pedido, sino a todos menos él mismo y el trío de confianza: Carmen Calvo, María Jesús Montero y José Luis Ábalos. Los demás electos se han arriesgado, pues si hay una crisis de Gobierno y caen, ya no serían diputados. Aunque en el paro no se van a quedar.

No sólo se ha ido el cunero Marlaska, sino que en la lista de Cádiz también causa baja el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo. Es lo que pasa por tener una lista tan glamurosa y ministerial. De los tres diputados del PSOE, sólo la jerezana Eva Bravo se ha quedado con la pena de no ser ministra. Para relevar a los ministros cesantes, han tirado de los siguientes: Gemma Araujo, que fue alcaldesa de La Línea, pero hasta 2015, ya que ahora el alcalde es Juan Franco, que consiguió 21 concejales de 25 posibles. Para el otro puesto entra José Ramón Ortega, que pertenece al sector de los pedristas gaditanos del grupo de Fran González, todos los cuales se han colocado mejor que el propio Fran, lo que me parece injusto, pues fue él quien más fustigó a Kichi, y no le han dado un vuelo de más altura.

Con la salida del cunero se le ve el plumero, que diría un romancero. Es normal en Carnaval. Para estar como diputado ya se ha visto lo que necesitan: personas que aprieten un botón para votar lo que sea menester. A eso queda reducida la noble función de la gran mayoría de los parlamentarios. Para eso serviría como diputado Periquillo el de los Palotes, un robot dispuesto a cumplir las órdenes de su jefe, llegado el momento. Un robot puede ser cunero, obrero de Astilleros, o tocar el bombo en aquella legendaria comparsa de Joaquín Quiñones.

No es lo mismo dos ministros que dos diputados aprietabotones. Por lo cual es normal que el ministro Marlaska se dedique a más altas funciones. Así podrá conocer mejor el Campo de Gibraltar, cuando lo visite para vigilar el narcotráfico, además de pasar las vacaciones en Costa Ballena. Cádiz siempre lo recibirá con los brazos abiertos, igual que lo ha votado para nada.

José Joaquín León