PASÓ el tiempo de los jartibles. Se suele decir que la Cuaresma en Cádiz es más corta que en el resto del orbe cristiano. Y, a continuación, echan las culpas al Carnaval, que en la mayoría de las ciudades civilizadas acaba el martes de ídem, y apenas se prolonga, si acaso, a esporádicos festejos el domingo de Piñata. Esa deducción se ha convertido en un tópico que carece de fundamentos. La culpa no es del dios Momo, ni de la bruja Piti, la culpa es de doña Cuaresma, que en Cádiz no se da a valer, y se resigna, y se queda encerrada, o sencillamente se va a Sevilla o a Jerez, que serían tierras mejor abonadas por la buena semilla, como paraísos apartados de las groserías fuera de temporada.

Sin embargo, se debe precisar que agrupaciones gaditanas laureadas actúan en fechas de Cuaresma incluso en Sevilla. Pues sí, hay domingos de Cuaresma con actuaciones de comparsas y chirigotas en tierras sevillanas. La diferencia es que se limitan a espacios concretos y no perturban las conmemoraciones cuaresmales. ¿Por qué? Pues porque allí la Cuaresma se da a valer. Organizan via crucis desde el Miércoles de Ceniza, cuenta con arraigo y con fieles participantes. Una función principal de instituto lleva a las iglesias a cientos de hermanos, no sólo a la junta de gobierno y sus cónyuges.

Es verdad que en Cádiz (y en parte de la Bahía) la Cuaresma no alcanza la relevancia cofradiera que merece. Al menos hasta los últimos días, hasta la segunda mitad, cuando ya se acerca otro Domingo de Ramos. De ahí viene la absurda teoría de que la Cuaresma gaditana dura 20 días. Pero la culpa no es del Carnaval (aunque vaya a lo suyo con los jartibles extemporáneos), sino de quienes no ofrecen una programación de cultos y actos para atraer a sus fieles.

Un ejemplo es el vía crucis de las hermandades, que tuvo lugar el pasado lunes, primero de Cuaresma, con el Señor del Mayor Dolor, de Sanidad. Hace algunos años se debatía si esta fecha era la idónea, o convenía retrasarlo al segundo lunes de Cuaresma. Con buen criterio se optó por el primero. Es mejor marcar los territorios.

A la Cuaresma gaditana le falta mirarse en espejos cercanos, como el de Jerez, donde todos los fines de semana cuaresmales hay besamanos y besapiés (con las restricciones del coronavirus), conciertos de bandas de música y actividades diversas. Y, por supuesto, fomentar la participación de los hermanos en los cultos. A eso se debe añadir una programación cultural (sobre todo musical) a la altura de la Cuaresma en Cádiz, que existe, pero está mal orientada.

José Joaquín León