LA asistencia social en Cádiz ha mejorado, pero es mejorable. La reciente inauguración de un centro municipal para personas sin hogar, dedicado a nuestro ilustre paisano Fermin Salvochea, ha vuelto a poner de actualidad a este colectivo. En el Diario se ha publicado un amplio y documentado informe. Se confirman datos anteriores, porque la concejala de Servicios Sociales, Helena Fernández, ya dio a conocer un estudio elaborado con la inestimable aportación de voluntarios, pertenecientes a las entidades que trabajan con estas personas. Según ese informe, en Cádiz hay 103 transeúntes sin hogar (lo que supone casi uno por cada mil habitantes), de los cuales hay españoles y extranjeros de cuatro nacionalidades (Rumania, Marruecos, Mali y Colombia), y con un 15,5% de mujeres (en 2010, cuando se hizo el primer censo, sólo eran el 4,5%) y una edad media que ha bajado en torno a los 43 años.

Son datos muy precisos, que permiten un diagnóstico claro para buscar soluciones. En Cádiz los asuntos sociales funcionan mejor que en otras ciudades, a pesar de que la asistencia municipal es insuficiente. Pero en Cádiz existen asociaciones y entidades civiles y religiosas que realizan una gran labor. Entre las civiles está la Cruz Roja, Calor en la noche o la APDHA. Entre las religiosas están los Caballeros Hospitalarios (que mantienen uno de los dos albergues, el otro es municipal), el comedor de las Hermanas de la Caridad, en María de Arteaga, o la Fundación Virgen de Valvanuz.

Una persona sin hogar que se encuentra en Cádiz puede desayunar en el comedor de Calor en la Noche, pasar el día en el nuevo Hogar Fermín Salvochea, almorzar en el comedor de las Hermanas de la Caridad de María de Arteaga, cenar en el comedor de Valvanuz y dormir en el albergue de Caballeros Hospitalarios o en el albergue municipal. Esto último es lo más difícil. El alojamiento nocturno es inviable para todos, por la insuficiencia de plazas.

Con el esfuerzo que hacen tantas asociaciones gaditanas, parece lamentable que el Ayuntamiento sea incapaz de retirar a esas personas que duermen en las calles (donde no deben estar), ofreciéndoles un alojamiento digno. Y no deben dormir por motivos éticos, que no estéticos, y porque es un peligro para ellos y para otros ciudadanos. La inmensa mayoría no son violentos, pero a veces surgen incidentes. También hay que entender que se trata de personas en situación anómala, por lo que se les debe reintegrar a la sociedad. No son indeseables, ni tampoco turistas con todo incluido.

José Joaquín León