EN Cádiz la gente es muy graciosa. Hasta en las grandes tragedias aparece el sentido del humor negro, sin duda por influencia del Carnaval. Véase lo que está ocurriendo con el coronavirus. Aquí apenas ha llegado. Aquí todo llega tarde, o no llega, en este caso gracias a Dios. Pero están hablando de unas medidas de emergencia, que suenan a guasa. Como el teletrabajo. ¿Se puede teletrabajar en Cádiz? ¿El alcalde Kichi teletrabaja en su pisito viñero, mientras Juancho Ortiz lo acusa de flojo? Sería mejor empezar por trabajar en condiciones normales. Entre el teletrabajo del coronavirus y los robots de astilleros no van a parar hasta que esté todo Cádiz al sol. Así que cuidado, no vayan a abarrotar la playa como el día de los duros antiguos y se contagien allí las criaturitas. Puede ser peor el remedio que la enfermedad.

Nuestras autoridades empezaron tomándose el coronavirus como si fuera un cuento chino o una ópera italiana. Con ligereza, pero con serenidad, eso sí. Los casos fueron proliferando, mayormente en las comunidades donde todos los años hay más gripe, que suelen ser las del Norte y Madrid. Tras una gestión que se les ha ido de las manos, España ha entrado en el G-7 del Coronavirus. Ya es el sexto país del mundo con más casos, tras China, Italia, Corea del Sur, Irán y Francia (por ese orden), casi empatado con Japón y Alemania. Aunque es probable que en otros países menos transparentes haya más casos y se los callen.

Al llegar a este punto delicado, han cambiado la táctica y han adoptado medidas sadomasoquistas, para que toda la población sienta los latigazos del mal. En Madrid han prohibido las clases, desde las guarderías hasta la Universidad. ¿Por qué prohíben las clases y permiten que circulen los vagones de Metro y los autobuses urbanos? ¿Eso es científico? ¿Y no se propagará más la enfermedad por el resto de España si los universitarios vuelven a sus lugares de origen?

En la provincia de Cádiz, en estos momentos, la principal inquietud es que suspendan la Semana Santa y le den una estocada al turismo. Están diciendo que “a día de hoy” se mantiene. Sin embargo, vista la forma efectista de actuar, hay muchas posibilidades de que la suspendan. Como dice Juan Marín, vicepresidente de la Junta, si el Nazareno no sale a la calle, le rezaremos en la iglesia. Al parecer, en la iglesia no hay posibilidades de contagiarse. Así vamos.

El teletrabajador gaditano se estaba perdiendo. Aquí sonaba a Telepizza. Pero pronto todos podremos teletrabajar, si es que queda algún trabajo.

José Joaquín León