POCO antes de que empezara el estado de alarma, en la noche del sábado, más de 50 autobuses entraron en el puerto de Cádiz para que se subieran en ellos 1.888 personas que viajaban en el crucero Soureveign. Los cruceristas fueron trasladados de inmediato a Lisboa. Como suele pasar en estos casos, algunas personas han criticado que la Autoridad Portuaria (o sea, Teófila Martínez) les permitiera desembarcar en Cádiz. ¿Qué pasa? ¿Acaso los cruceristas no son seres humanos? ¿Si a ustedes les pilla esto en alta mar, les gustaría que los dejaran perdidos y sin rumbo, aunque no estuvieran enfermos? Después hablarán de solidaridad.

Pasa igual que con las personas sin hogar. No se pueden quedar expuestas a la enfermedad. Como en Cádiz no hay albergues municipales suficientes, a Kichi se le ocurre pedir la residencia militar de Cortadura. En el Ayuntamiento hablan de asistencia social, pero hay que predicar con el ejemplo. En Cádiz, las asociaciones religiosas son las que más atención dedican a esas personas. Manuel Mení me recuerda que Calor en la Noche tuvo su origen en La Salle.

Vienen tiempos difíciles para Cádiz, por culpa del joío coronavirus. Viendo en la noche del sábado a este último crucero fantasma, el Soureveign, cuando llegaba por la Alameda, pensaba que era una triste advertencia de lo que espera a Cádiz. ¿Hasta cuándo no volverá un crucero? Este sector va a sufrir, incluso cuando se recupere la normalidad. Todos hemos visto esos barcos con enfermos y viajeros confinados, sin bajar a tierra firme. Para Cádiz los cruceros son muy importantes. Esta desgracia sucede cuando empezaba la temporada alta.

La crisis será muy negativa para la economía gaditana y para el empleo en la provincia con más parados de España. Las medidas económicas aprobadas ayer por el Gobierno de Pedro Sánchez intentan minimizar el impacto. Pero será muy duro recuperar la normalidad. En Cádiz va a bajar el turismo. Ese retroceso perjudicará a la hostelería y los hoteles; y de rebote, al consumo.

Se complicará con otros sectores, como Airbus y la industria aeronáutica, con cientos de empleos amenazados. Los astilleros de Navantia pusieron sus ojos en los cruceros, y ahora hay miedo a una crisis inesperada en el sector naval. Algunas previsiones de economistas y empresarios alertan de que el paro se puede duplicar.

No quiero ser agorero, ni cenizo, pero todo eso hay que tenerlo en cuenta. Precisamente para entender que hay que minimizarlo y que hace falta el esfuerzo de todos.

José Joaquín León