UNA de las consecuencias del coronavirus es el estado de alarma que se ha generado con los españoles que están en el extranjero. Entre ellos hay varios casos de gaditanos. Hay que distinguir una doble condición: los que se encuentran casualmente en países extranjeros por turismo o trabajos ocasionales y no pueden volver, y los que son residentes habituales en el extranjero por motivos laborales o estudio. La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, ha manifestado que el Gobierno no le puede poner un avión a cada español que está en el extranjero, o algo parecido. En realidad, hay que estudiar cada caso. Unos tienen motivos para volver y otros no.

Es injusta la situación de personas que tenían previsto regresar y no pueden. Por ejemplo, la pareja de turistas de Sanlúcar que iniciaron un crucero en el Costa Pacífica, en Buenos Aires, y ahora se encuentran que no pueden volver a España, porque no dejan que el barco desembarque a los pasajeros en ningún puerto. Eso es una faena gorda. Eso es como exiliarlos a la fuerza. Puede haber otros casos de personas que se desplazaron y que se encuentren con parecidos problemas, por un motivo básico: casi todos los países, incluso los más tercermundistas, han suprimido los vuelos y los viajes con España, que junto a Italia es el país con más contagios diarios en estos momentos.

El caso de los residentes en el extranjero, por motivos de trabajo o estudios es diferente. Tienen su actual residencia en otros países. En estos momentos es una suerte para ellos y ellas. Porque si vuelven, correrían el riesgo de pasar desde Guatemala a Guatepeor. Son tiempos recios, que dirían Santa Teresa y Vargas Llosa. Estar en otro país en peores condiciones que las nuestras es difícil, a no ser que vivan en Italia.

Yo conozco a varios gaditanos residentes en China, entre ellos mi hijo y varios amigos, a los que ni se les pasa por la cabeza volver a España. Incluso en Wuhan estarían mejor. Ya se vio con nuestro paisano José González, entrenador del Wuhan Zall, que regresó a su país, tras pasar la cuarentena en Sotogrande, coincidiendo con los peores momentos en esa ciudad china. Pero se fueron a tiempo. A todos los que llegan desde España los aíslan y los ponen en cuarentena, sin pisar la calle durante dos semanas.

Ser gaditano en el extranjero ahora es como ser extranjero, aunque se puede escuchar una chirigota o una comparsa por Youtube en otro continente. La mayoría de los gaditanos que emigraron, por diversos motivos, no se están planteando volver.

José Joaquín León