EN este Martes Santo de coronavirus debía salir a las calles gaditanas Jesús del Mayor Dolor. También la Virgen de la Salud, en su paso de palio. Los titulares de la cofradía de Sanidad adquieren hoy una significación especial. No se puede olvidar que cuando fue fundada, en 1946, la hermandad nació para aglutinar en ella a profesionales sanitarios, de ahí su nombre. Es amplia la nómina de cofrades gaditanos que han pertenecido a lo largo de tres cuartos de siglo: conocidos médicos, enfermeros, farmacéuticos, etcétera. Algunos de ellos, como Venancio González, Antonio Mangas, Evelio Ingunza o Kiko Zamora, estuvieron al mando. Y también se añadieron otros cofrades, por devoción y por vinculación espiritual.

Sanidad ha cambiado varias veces de día, como si estuviera buscando su identidad. La primera salida, en 1952, la hizo el Miércoles Santo, y dos años después se pasó al Jueves Santo. Pero la hemos conocido más tiempo como la primera de la Madrugada del Viernes Santo. Al filo de la Madrugada se abrían las puertas de Santa Cruz para que saliera Sanidad, a oscuras y a paso de horquilla, iniciando los cortejos que seguirían Medinaceli y El Perdón. La Madrugada que el Pópulo le entregaba a Cádiz.

Hasta que en 2011 se incorporó al Martes Santo gaditano, donde ya estaban las cofradías de Jesús Caído, Piedad, Ecce Homo y Columna. Se reforzaba así este día como uno de los más completos. Sanidad es una cofradía muy austera en las formas, que con sus túnicas negras y sus cinturones de esparto alcanzaba momentos bellísimos en las calles de Cádiz. Especialmente al regreso, cuando la luna llena iluminaba al Señor del Mayor Dolor y a la Virgen de la Salud en las calles oscuras del Pópulo.

El Mayor Dolor salió a las calles gaditanas el lunes 2 de marzo de este año. El Señor tuvo el privilegio de presidir el Vía Crucis de las hermandades. No había podido salir en 2013, cuando fue designado, a consecuencia de la lluvia. En ese primer lunes de Cuaresma, apenas doce días antes de que empezara el confinamiento, el Señor del Mayor Dolor, en unas andas sencillas, inició el corto camino que media entre las dos catedrales de Cádiz: la Vieja y la Nueva.

En aquella noche, ventosa y fría, cuando volvió a entrar en su templo, nadie podía imaginar lo que iba a pasar. Hoy es un Martes Santo diferente. Duele más que nunca su ausencia, pero también se palpa su presencia. En el paño de la Verónica se reflejará el Mayor Dolor del coronavirus. Vivimos unos días tristes, pero nos reconforta la Salud eterna, prometida en los ojos de una Virgen que hoy se queda confinada en Santa Cruz.

José Joaquín León