CON todo el jaleo del coronavirus, se ha acogido con cierta resignación la espantá de Zara, que va a retirarse de la calle Columela de Cádiz, cerrando la tienda de señoras y la de caballeros. En las actuales circunstancias, con todas las tiendas cerradas, parece menos importante. Sin embargo, en un ambiente de normalización, que no se intuye en el horizonte, puede complicar aún más la recuperación del comercio en Cádiz. Las tiendas de Inditex pertenecen al imperio de Amancio Ortega, ese empresario tan odiado. Pero no se van de Cádiz porque el alcalde Kichi sea anticapitalista, sino porque no les cuadraban las cuentas del negocio.

Es un aspecto inquietante. El Corte Inglés y Zara han sido las firmas que hacían de locomotoras para el comercio. Atraían a un público que llenaba las calles y que también compraba en otras tiendas, incluso del comercio local. Cuando El Corte Inglés abrió en Cádiz, en mayo de 2001, Isidoro Álvarez y los suyos llegaron con la creencia de que faltaba poco para inaugurar el segundo puente (que no empezó a funcionar hasta el otoño de 2015) y que el barrio de Astilleros contaría con una gran zona comercial. Allí abrieron también una tienda de Zara y otras de diversas marcas de Inditex.

Cuando Zara se fue del barrio de Astilleros, se vino abajo la zona comercial. A día de hoy, sólo quedan el Centro Comercial de la Bahía de El Corte Inglés, alguna tienda más y el mercadillo del Piojito, que se instala los lunes en la avenida de la Bahía. El efecto boomerang de Zara es importante. Para bien y para mal, influye en otras marcas, incluso de la misma empresa.

El comercio va a salir muy tocado de esta crisis. Grandes empresas multinacionales, como Amazon, son las principales beneficiadas de lo que está pasando. El comercio online puede verse reforzado en los próximos años, en detrimento de las tiendas tradicionales. Los restos del comercio local de origen gaditano pueden quedar muy perjudicados. También lo acusará la venta ambulante en mercadillos como El Piojito, que por sus características no podrá recuperar la normalidad en muchos meses. Sus comerciantes también son personas modestas, que no suelen vender online.

Están por ver las consecuencias de esta crisis. La espantá de Zara, su huida de la calle Columela de Cádiz, no tiene nada que ver con el coronavirus. Es una decisión empresarial adoptada con anterioridad. A los comerciantes de Cádiz Centro les sentó fatal, aunque ahora parece una minucia comparado con lo que se les viene encima.

José Joaquín León