ODIO los artículos sobre las banderas. Más que nada porque algunos utilizan las banderas como elementos de odio. Justamente para lo contrario de lo que deberían servir. Pero, sobre todo, me fastidian estos artículos porque podríamos tratar asuntos más interesantes. Sin embargo, Cádiz apenas sale en los medios de difusión nacional por chorradas como esta, que denotan el bajo nivel de su Ayuntamiento. Desde dentro de la ciudad no se dan cuenta, pero cuando se viaja comprobamos que la imagen de Cádiz se está deformando. Hasta un punto que ya es perjudicial. Cádiz siempre despertó simpatías, pero ahora sirve de cachondeo.

Algunos están viendo a Cádiz como si fuera la Venezuela del Sur de Europa. No es eso, pero la ven así. El alcalde González Santos ya ha conseguido que toda España le conozca como El Kichi. Esta vez le ha ayudado Martín Vila, que se preocupa más por la memoria histórica que por el urbanismo. Hacerse el sorprendido, tras izar una bandera republicana pocos días antes del 14 de abril, es tomar por bobos a los gaditanos.

Esa bandera sobraba, más que nada por las fechas. Estamos en las vísperas de la Semana Santa. La ciudad merece un exorno urbano adecuado. Por ese lugar de las Puertas de Tierra, después de 43 años, volverá a pasar la Borriquita el Domingo de Ramos. No se merecía, de fondo, una bandera republicana. No voy a recordar los episodios antirreligiosos ocurridos en Cádiz en 1932 y 1936, protagonizados por elementos que se decían republicanos (y que, por supuesto, no representaban a los republicanos honrados y dignos); pero, por un elemental decoro, no hacía falta alardear antes de la Semana Santa. Teniendo en cuenta que las jornadas de la Memoria Histórica están anunciadas del 17 al 21 de abril. Esto es, después del Domingo de Resurrección.

Pasa con algunas banderas que excitan a la extrema derecha y a la extrema izquierda. Unos con su águila imperial y otros con su tricolor. O con su Bandera Roja, que incluso fue el nombre de un partido. Sin embargo, la bandera de la España democrática es la que cerró las heridas de la Guerra Civil. Se pactó una Constitución. Se fue volando el águila. Hasta el PCE renunció a la franjita morada, aunque se les ha olvidado. Mala memoria histórica de la peluca de Carrillo.

Es una pena que se hable de Cádiz por las banderas que suben y bajan. Y no sé si se han dado cuenta: en las previsiones hoteleras de Semana Santa, Cádiz está por debajo de otros municipios de la provincia. Quizá sea porque su imagen va a la baja.

José Joaquín León