EN estos momentos duros del coronavirus, una de las principales preocupaciones de los gaditanos no era cambiar el nombre del estadio Carranza. Así que el Ayuntamiento, con su alcalde Kichi al frente, dispuesto a distraer y a divertir, ha tenido un detalle muy chungo. Han aprovechado el fallecimiento de Michael Robinson para que algunos colegas propongan que le cambien el nombre al estadio y que se lo dediquen al recién fallecido. Es chungo, porque Robinson es un personaje muy querido y admirado por los cadistas, pero puestos a cambiar el nombre no tiene sentido que se lo dediquen. Y yo creo que a Michael Robinson le hubiera parecido una propuesta absurda.

Así como considero un error que manchen la memoria de José María Pemán, por revanchismo, en el caso de Ramón de Carranza no tiene sentido que el estadio actual lleve su nombre personal. El antiguo estadio fue construido en 1955, siendo alcalde José León de Carranza, que se lo dedicó a su padre por cariño filial. De ese estadio ya no queda nada. Sólo que el nuevo se edificó en el mismo solar. El estadio actual fue construido completamente siendo alcaldesa Teófila Martínez. Por fases, y en colaboración entre el Ayuntamiento y la Zona Franca. Costó más de 60 millones de euros. Los partidos que ahora le quieren cambiar el nombre (y piden participación ciudadana) criticaron lo que consideraban un despilfarro. Gracias a esas obras, tiene el Cádiz un estadio para Primera División, aunque con algunas cosas muy mejorables.

El nombre que debería tener oficialmente es Nuevo Estadio Carranza. Prescindiendo de Ramón. Asumiendo Carranza no como un alcalde franquista, cuyo nombre no aporta nada, sino como un lugar de memoria histórica deportiva vinculada con el cadismo. Un estadio con vida propia y carisma. En el himno oficioso de Manolito Santander, se menciona la palabra: Carranza. Y tiene unas connotaciones mágicas para los que son cadistas de verdad, no para los aprovechateguis que han salido ahora.

Si se le dedica a alguien, el mejor presidente fue Manuel Irigoyen y el mejor jugador Mágico González. Ambos con más méritos que Michael Robinson, que no fue jugador, ni entrenador, ni presidió el Cádiz. Fue un gran cadista de corazón, pero también lo fueron Macarti y cientos de hinchas.

Seamos sensatos, y no busquen chinchar por chinchar. Se debe quedar como el Nuevo Estadio Carranza, porque no es el recuerdo de un franquista. Evoca la memoria histórica del Cádiz CF y de todos los cadistas.

José Joaquín León