EN el Carnaval de 1989 participó ‘Tras la máscara’, una comparsa de Antonio Martín, el legendario autor. Volvía tras un año sabático y tres primeros premios, por lo que quedó segundo. En aquella comparsa salían históricos componentes, como Catalino, Caracol, El Gallego, El Búho (hermano del Selu), Mc Gregor, Pedro Ramos, etcétera. Cantaron un mítico pasodoble a un niño que se suicidó por sacar malas notas, algo que hoy no se entendería, pues van a aprobar todos. Han pasado más de 30 años de aquella comparsa, que cantó en el Teatro Andalucía (cuando estaban restaurando el Falla), y hoy la recordamos, porque de la máscara hemos pasado a la mascarilla. En Cádiz debería ser obligatoria: la mascarilla es muy gadita.

José Luis Martínez Almeida, alcalde de Madrid (ciudad poco carnavalesca, a pesar de que iban todos los años en tiempos de Teófila), dijo ayer que el uso de las mascarillas debe ser obligatorio en las calles, además de los espacios cerrados. Con las únicas excepciones de las personas con problemas respiratorios y los deportistas. Se entiende por tales a los que realmente estén practicando deporte en las calles, parques y playas (o sea, corriendo o surfeando). Como a Madrid le dieron el cajonazo, ahora quieren ser más papistas que el Papa Francisco, que ha incorporado las mascarillas a la liturgia y parecemos penitentes. No hay agua bendita en las pilas de los templos, pero sí mascarillas benditas y geles benditos.

Al Gran Simón del mando único le preguntaron ayer por las mascarillas obligatorias y se quedó dudando. Es lo suyo. Duda tanto que un día dice una cosa y al siguiente la contraria. Sobre las mascarillas, primero dijo que no hacían falta para nada. Eso lo decía cuando era imposible encontrarlas. Después, cuando aparecieron algunas, ya las empezó a ver con más cariño. Ahora por Cádiz sí se puede, y sí sirven, claro que sí.

‘Tras la máscara’, si volviera, es posible que se reconvirtiera en ‘Tras la mascarilla’. Ese tipo le daría juego a una comparsa, y no digamos a una chirigota, por no hablar de un cuarteto, donde el Gran Simón está pidiendo un repertorio a gritos. Para un coro queda mejor enmascararlos de ‘Bátmonos que nos vamos’ o algo así, porque si van de médicos con mascarillas nos recordarían a ‘Los aspirinos’, coro pionero de Julio Pardo, en el 78. Aquí ha salido ya todo.

Así que no hay que arriesgar el pase a las semifinales de la desescalada. ¡Mirad que el jurado está en plan sieso! ¡Ponerse siempre las mascarillas, joé! En Cádiz, el que no se la ponga no quiere a su madre.

José Joaquín León