ALGUNOS pensarán: a este le ha dado por las playas gaditanas y no las suelta. Ha pasado de Santa María del Mar y las banderas azules a la Caleta. No se preocupen, es una trilogía, hoy es el último día. Procuro escribir de asuntos como los que verdaderamente interesan a una mayoría ilustrada de los gaditanos. Y, últimamente, no se habla de otra cosa que no sean nuestras playas. Parece que en la capital gaditana sólo viven sirenas y amigotes de Neptuno, de modo que al aproximarse el verano no se puede olvidar lo principal. Si al verano del coronavirus le quitamos las playas de Cai, ¿qué le quedaría? Pues entonces. Una cosa es cargarse la gran noche de las barbacoas y otra no dejar títere con cabeza, ni siquiera a la Tía Norica, que no podrá jugar al bingo en la Caleta.

Caletaaaaaa…. Se oye ese nombre y la gente se acuerda de uno de los grandes cajonazos de toda la historia del Carnaval. Para algunos, el mayor cajonazo de todos los tiempos, todavía duele, y ocurrió en el Carnaval de 1980, con la recordada comparsa ‘Caleta’ del gran Antonio Martín. Desde entonces, al decir Caleta, tanto monta la playa como la comparsa, como el balneario en el que iban a abrir un complejo de hostelería, como los románticos atardeceres con musiquitas raras desde el castillo de Santa Catalina. El coronavirus también fastidiará a la Caleta, a la que le van a dar otro cajonazo.

Se oye Caleta y la gente también se acuerda de Fernando Quiñones, que fue su trovador. Fernando lo mismo escribía de Legionaria en Las mil noches de Hortensia Romero (hoy no sé si pasaría la nueva censura) que ensalzaba las costumbres del lugar. Allí bautizaban a los neófitos y a los conversos, como los rocieros. Si bien, eran ceremonias caleteras laicas, que aportaban un sello de buen gadita. Las aguas de la Caleta han servido para bautizar, pero jamás para beber, eso lo sabe todo el mundo, incluso los madrileños que iban a las puestas de sol.

Es la playa preferida de nuestro alcalde Kichi. Ahora se ha establecido que la Caleta mide 450 metros (supongo que sin incluir el Puente Canal) y que allí caben 2.586 usuarios, según los nuevos aforos. Ni uno más. Todavía nadie ha hablado de privatizar un cachito caletero para los turistas del Parador Hotel Atlántico, que ya cuenta con una piscina, y algo de arena por allí abajo.

Verán ustedes como en la Caleta no se privatiza ni un carajo de mar, ni una coñeta, ni una cometa, ni una coleta. Y no se preocupen, que si un domingo van 3.500 criaturas tampoco pasará nada. Algunos días han entrado allí 55.000 caletis, más o menos.

José Joaquín León