EN el Ayuntamiento de Cádiz ven la televisión y ellos también se dedican a hablar de los presupuestos generales de la ciudad. Seamos realistas, no pidamos lo imposible. Es mejor centrarse en asuntos que los gaditanos ven con sus propios ojos, como el carril bici. La joya de la corona republicana, construida por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento, cada uno con su parte. Desde que entraron PP y Ciudadanos en el Gobierno Andaluz, el carril de bicis de Cádiz pasó a ser motivo de confrontación. Mayormente porque aquí somos muy ecologistas y defensores del patrimonio artístico, pero no siempre cuando gobiernan ellos. Y el Ayuntamiento hizo lo que hizo en la Alameda, tan bonita.

Ahora vamos por los colores. En Cádiz gusta mucho un color, y nos peleamos hasta por el arco iris. En el caso del carril, la Junta tiene razón. La Comisión del Patrimonio pidió que se pintara de gris, en vez de verde, en el casco antiguo, considerando el alto impacto visual y que afecta a un Bien de Interés Cultural. Discutir ese asunto carece de sentido. Es preferible un carril gris y punto.

Resulta de lo más cantoso y estridente que en un paseo tan precioso como la Alameda se vea un carril mamarrachoso. El fin no justifica los medios. Ni Martín Vila es Maquiavelo, que pasó a la historia por esa frase, pero que escribió más de 20 libros conocidos, entre ellos El Príncipe, y que entró en disquisiciones sobre la ciencia política que en Cádiz resultarían poco prácticas.

En otras ciudades, los carriles bicis se adaptan al entorno. Como el de aquí se copió de Sevilla, tengan en cuenta que en la Avenida de la Constitución, a la vera de la Catedral, no se les ocurrió pintarlo de verde, sino que lo marcaron de tal modo que no se ve. En otros tiempos servía para fomentar el atropello de turistas, pero ya no hay turistas, ni aparecen tantos ciclistas como antes del coronavirus. Es otro enigma. ¿Paseaban los turistas en bicicleta?

Los colores son opinables. Está de moda el verde, y todos se han vuelto ecologistas. Ya pocos se reconocen como rojos, por lo que pintar un carril de bicicletas con ese color sería absurdo. Para la semana del orgullo de LGTBI se pudo pintar algún carril (en la avenida de Juan Carlos I, pongo por caso) con los colores del arco iris. Si el Cádiz asciende a Primera, podrían pintar de amarillo los más próximos al estadio. Siempre con cuidado de no confundirlos con las zonas azules y naranjas, que son las que aportan la tela marinera. Mira como a esas zonas les han dejado los colores del PP y Ciudadanos. No les importa para ponerse morados.

José Joaquín León