ESTUDIAR bien el coronavirus es importante para lo que pudiera pasar en la temporada de otoño-invierno. Algunas personas dicen: hay que ver los periodistas como tú, que escriben del coronavirus como si hubieran estudiado Medicina, en vez de escribir del caso Dina, o de lo que dice Pablo Iglesias sobre los periodistas que escriben del caso Dina. Eso es mejor dejarlo para la Asociación de la Prensa, que digan algo. Y, evidentemente, un médico sabe más de Medicina, pero del Covid 19, al principio, nadie tenía ni idea. En el Gobierno reaccionaron tarde, según dice Pedro Sánchez, a estas alturas, pero no insistiré por ahí. Escribo del saber, que no ocupa lugar. Por eso, he estudiado durante el confinamiento y la desescalada, y hablado con los que habían estudiado más, y mirado hacia China o Alemania, y ahora tampoco sabemos casi nada, pero sí un poco.

El Gobierno español encargó un gran estudio serológico, que ofrecería importantes conclusiones, tras testar a 90.000 personas, pero al final se ha quedado en un estudio cerológico, dividido en tres fases. Han ofrecido las conclusiones finales, que son parecidas a las primeras. Una decepción. En Cádiz les sale que apenas el 2,6% presenta anticuerpos. Es decir que más del 97 no tiene inmunidad; ni la hay de rebaño, ovejita bonita, con lo que el riesgo de rebrotes es grande. Que lo sepan quienes van como si nada.

Otro lío: se habla mucho sobre las vacunas. Cada país tiene la suya en los laboratorios, pero no se podrán comercializar antes de un año. Eso se oye. También se habla sobre los tratamientos. Desde que a Donald Trump le dio por contar que se chutaba con hidroxicloroquina, empezaron a salir científicos diciendo que no había evidencias sobre su eficacia. Publicaron un estudio en The Lancet y resultó que no era fiable, según admitieron tres de los cuatro autores. Después llegó el momento remdesivir. Trump compró casi todo, pero algo queda.

Yo no sé con qué hay que tratar a los enfermos graves; y algunos médicos, según han reconocido, tampoco. Iban tanteando. Cuando los hospitales estaban saturados, algunos mayores murieron sin ser tanteados. Y, en los casos leves, la mayoría se curó tomando Paracetamol en su casa. Después de aquella polémica con el Ibuprofeno. Por ahí pasó la ciencia. No fue como en China, donde dos médicos se volvieron negros, después de algo raro que les dieron. Uno ha muerto y el otro recuperó su color natural.

El estudio cerológico llega a su fin. Habrá que seguir investigando, y confiar no sólo en la ciencia, sino también en los milagros.

José Joaquín León