SI viviera Ernest Hemingway, es probable que hubiera escrito algo sobre el coronavirus. Ya lo sé, es difícil que viviera, porque se suicidó en 1961 y hoy estaría para cumplir 121 años. Pero vamos a imaginar esa licencia temporal. Le gustaba mucho España, país en el que vivió durante la Guerra Civil. Estuvo en todos los grandes jaleos, también en las dos guerras mundiales, incluido el desembarco de Normandía y la liberación de París. Todo eso le sirvió para escribir libros muy interesantes. Pero todos los años, en los días de las fiestas de San Fermín, se recuerda a Hemingway. Gracias a él, que no era facha, los Sanfermines han sido perdonados por los animalistas. Y no piden que Pamplona sea ciudad libre de animales. A Hemingway le apasionaba esa fiesta, que tanto le debe. Aunque este año los encierros son diferentes.

Conste que ojalá hubiera tenido Cádiz su Hemingway. Vendrían al Carnaval chirigotas de Florida y comparsas de París. Vendrían turistas de EEUU y de todo el mundo. Antes del coronavirus, se entiende. Después ya veremos, si llega alguien desde EEUU, aunque sea Donald Trump para regalarle a Pedro Sánchez un cargamento de remdesivir y otro de hidroxicloroquina.

Este año, como digo, los encierros son diferentes. En Pamplona, tal día como hoy, echarían los toros hasta la plaza y a correr por la calle de la Estafeta. Alguna vez salieron mozos con camisetas del Cádiz, aunque predominaban más las de otros equipos. Los mozos tienen su propio atuendo, que es clásico. Para los encierros de 2020 no son tan necesarios, ya que los han suspendido. Podría haberse dado el caso de que contagiaran hasta a un toro de Miura, en un rebrote, entre otras desgracias.

Los encierros de 2020 llegaron por adelantado, en primavera. Y sin toros. En Cádiz, en 2009, durante el rodaje de la película Knight & day, de Tom Cruise y Cameron Díaz, se escaparon siete toros, que causaron heridas leves a dos mujeres. Por fin se organizó el encierro de cine, y la calle Ancha era una fiesta. Ha sido lo más parecido a los Sanfermines. Estaba de alcaldesa Teófila. Con Kichi hubiera sido imposible.

Pero en los encierros de este año (a los de la primavera del coronavirus, me refiero) no hubo toros, ni cornadas, aunque los hospitales estaban más llenos que en San Fermín. Los mozos se quedaron con las camisetas del Cádiz sin salir a correr, sólo para asomarse a los balcones. En las calles no se veía a nadie. Así que aplaudían a rabiar, mientras otros afinaban las cacerolas, antes de preparar un buen rabo de toro. El que no se consuela es porque no quiere. Habrá que esperar a los encierros de 2021.

José Joaquín León