EL éxito o el fracaso de un delegado de la Zona Franca de Cádiz se mide muy sencillamente: ¿fue juzgado en los tribunales o no? Es un cargo político, de libre designación por parte del Gobierno de España. Es un delegado del Estado, y aquí el Estado se confunde con el Gobierno. A partir de ahí, los delegados han sido afines del PSOE o del PP, según quién mandara en la Moncloa. Y todos han sido políticos, aunque Manuel Rodríguez de Castro se las dio de artista o de no sé qué, y ejercía el cargo con una pompa y una circunstancia que después tuvo consecuencias. El caso es que no entiendo las críticas a Fran González. Aunque los anónimos forman parte de las costumbres gaditanas.

Pedir un curriculum extraordinario al delegado de la Zona Franca es cachondeable. A nadie se le ocurre que Joseph Stiglitz vaya a ser nombrado delegado algún día. Los méritos empresariales de Fran González son parecidos a los de Victoria Rodríguez Machuca, que es arquitecta. Se trata de nombrar a un político para hacer política, mientras parece que se dedica al mundo de las altas empresas. En Cádiz hay los políticos que hay, y dentro del PSOE me parece que Fran González es de los mejorcitos. Escribí en otra ocasión que tiene siete vidas políticas, como se atribuye a los gatos, aunque jamás se ha visto a un minino resucitando seis veces, mientras que a Fran sí.

Son políticos profesionales, dicen algunos. No entiendo por qué esto se dice de unos políticos profesionales sí y de otros no. A Fran González le endosaron desgracias del PSOE que no son suyas, sino de las familias gaditanas de ese partido, que se pelean entre ellos desde la defenestración política de Carlos Díaz. A eso se añade que Fran fue un ariete contra Kichi en el anterior Ayuntamiento, pero cometió el error de no llegar hasta la moción de censura. Ahí lo estropeó y permitió que el otro sobreviviera.

A la Zona Franca se le atribuyen poderes maravillosos, como se ha visto en el caso de Bayport. También cree la gente que allí regalan los millones. Y los empresarios que llueven euros como si fuera maná del cielo. Al final, todo es más sencillo. El progreso de Cádiz no depende sólo de la Zona Franca, sino de muchos factores, empezando por un cambio de mentalidad. En estos momentos se habla del escudo social, que está bien para socorrer a las víctimas, pero no puede ser un criterio para la expansión de empresas. Hace falta creer en algo más que la subvencioncita, que es como la paguita del empresario.

Fran, la envidia es muy mala, y la Zona Franca tiene varios marrones de categoría.

José Joaquín León