POR culpa del coronavirus, hasta el buque escuela Juan Sebastián de Elcano empezará su vuelta al mundo como si fuera un viaje a puerta cerrada. Se perderá la tradicional estampa de la despedida en el muelle de Cádiz. El próximo lunes, día 24, zarpará de La Carraca, sin ceremonias efusivas. Y, además, los guardiamarinas no se incorporarán hasta diciembre, aunque el resto de la dotación va con las pruebas PCR ya realizadas y con dos semanas de cuarentena. Por culpa del coronavirus, han cambiado los planes del viaje. Con razón, porque entre las escalas estaba el Brasil de Bolsonaro, uno de los países más afectados por la pandemia. Así que la primera escala será en Montevideo, la capital de Uruguay, el país hispanoamericano que mejor ha capeado este asunto. Es posible que cambien las escalas en los puertos a visitar. La vida de los marineros siempre fue de alto riesgo, pero tampoco van como lobos de mar a jugarse el pellejo.

La conmemoración del V Centenario de la Vuelta al Mundo es muy importante. Se celebra una gesta de la que cualquier país se sentiría orgulloso. Aquí no se le reconoce a Magallanes y Elcano el honor que se merecen: el de los grandes héroes de la humanidad. Al menos, no le han quitado los nombres, ni les han derribado las estatuas.

El buque escuela emprende este viaje con mucha gaditanía, hasta con una bandera del Cádiz CF. Los acompañan las dos grandes devociones marianas de Cádiz: la Virgen del Rosario y la Virgen del Carmen. La Virgen del Rosario es la Galeona, en la reproducción de Juan Luis Vassallo, que fray Pascual Saturio cede para que los proteja por esos puertos de Dios. Y la Virgen del Carmen es una talla en bronce del escultor sevillano Francisco Parra, que ha sido donada por la Fundación San Pablo Andalucía-CEU. El presidente del CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, se la entregó recientemente al comandante del Elcano, Santiago de Colsa. Es un buen detalle. Aquella expedición contribuyó a grandes avances científicos y náuticos, pero además Magallanes cristianó a muchos moros y llevó la fe a tierras remotas, como cuenta Antonio Pigafetta, que participó en la expedición.

En esta ocasión nada es lo que iba a ser. En Sevilla querían que el viaje del buque escuela terminara allí, a donde llegaron los 18 supervivientes mandados por Elcano, pero no era posible por las dificultades del Guadalquivir. Debe terminarlo en Cádiz. Esperamos que sea a lo grande, y que cuando vuelvan ya estén todos vacunados.

José Joaquín León